CAPÍTULO 21

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—Sólo trato de causar una buena impresión, hermosa —dice una voz desconocida

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—Sólo trato de causar una buena impresión, hermosa —dice una voz desconocida.

—¿Y crees que atacándome vas a conseguir que me agrades? —lo reto mostrándole cuan exasperada me encuentro.

—Tal vez. Pues entre más loca sea la idea, más estaré en tu mente.

—Hugh, sólo déjame pasar.

Haciendo caso omiso a mi pedido el moreno se posa justo frente a mi evitando que dé un paso más. Es bastante grande, por lo que cumple con su intención y me hace parar antes de siquiera llegar a tocarlo.

—Déjala.

El chico se gira para encarar a Blake que viene con el ceño fruncido y destilando humo por sus ojos que se encienden con el color rojo de su poder.

—Ay Blake no seas aguafiestas, ¿no ves que esta belleza se está divirtiendo conmigo?

—No lo diré otra vez, Demetrio —advierte Blake con un tono mortífero y cargado de violencia—. Déjala.

El tal Demetrio alza las manos al aire mientras suelta una risa burlona. Veo que Blake comienza a sacar la llama de sus extremidades así que me apresuro a empujar a Demetrio lejos para sacarlo de mi camino y así poder avanzar al lugar al que pretendo llegar. Comienzo a caminar en dirección al pasillo y siento los pesados pasos de Blake siguiéndome mientras Demetrio lanza algunas palabras de provocación a Blake; este último grita con fiereza y cuando me giro para registrar la escena, veo que Demetrio está en el suelo mientras su camisa se chamusca.

Busco los ojos de Blake y lo miro con una interrogación teñida de enfado. Lo último que necesito es que un par de hombres peleen por mí.

Justo cuando iba a hacer que Blake apagara la llama, veo que el moreno activa su poder haciendo que dos lucecitas azules se prendan en sus ojos y el agua comienza a ser derramada por todas partes de su cuerpo. Bien, así es mejor, que se salve él mismo con su agüita.

Sigo mi camino, pero antes de poder abrir mi puerta Blake me detiene tomándome del brazo.

—No puedes entrar.

—¿De qué hablas? ¿Cómo qué no?

—Necesito que hablemos —suplica demostrándome lo desesperado que está.

—Ahora no quiero hablar —digo, pero él se niega a dejarme entrar y aprieta su agarre—. Lo digo en serio, quiero descansar.

—Por favor, sólo escúchame.

Lo miro durante varios segundos tratando de decidir si lo escuchare ya, o no, y finalmente accedo. No sé cómo sentirme al respecto; lo hago porque, aunque no quiera, mis sentimientos me impulsan a ir hacia él.

—Bien, te escucho.

—Aquí no —dice y es la primera vez que lo veo nervioso.

Frunzo el ceño mostrándole que no entiendo para qué, pero el sólo me jala guiándome a quién sabe dónde. Me dejo llevar, ya no hay nada que pueda hacer.

Almas Puras | 1  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora