PREFACIO

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La Gran Academia: una estructura negra, de estilo gótico, encargada de reunir a todas las almas puras que divagan en un mundo retorcido, de acoger en sus cálidos pasillos a las criaturas que en el gélido exterior se refugian de las bestias, inclus...

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La Gran Academia: una estructura negra, de estilo gótico, encargada de reunir a todas las almas puras que divagan en un mundo retorcido, de acoger en sus cálidos pasillos a las criaturas que en el gélido exterior se refugian de las bestias, incluso en el día, y de resaltar cada vértice de sus anatomías supremas. Pese a la seguridad que predican los encargados de tan imponente edificación, esa noche no se cumplieron las promesas.

El lugar se hubiera encontrado silencioso y sombrío, como cualquier otra noche, de no ser por el sonido de los pasos acelerados y la luz de una linterna que iba cerrándole el paso a la oscuridad por las paredes. A medida que los tortuosos segundos se quedaban atrás los pasos se intensificaban. Los pocos murciélagos, que se posaban entre las vigas de los pasillos, eran ahuyentados por los jadeos que se hacían cada vez más presentes, y, a pesar de que todos estaban dormidos, el profesor Khamos, dueño de las profundas respiraciones que inundaban el ambiente, no podía evitar sentir que le seguían por toda la instancia.

Su urgencia era tanta que, inmediatamente llego a su presunto destino, abrió la puerta generando un ruido estrepitoso que despertó a la mujer que desde pequeño le ayudo a encontrar su camino. Sin dejar espacio para reclamos exclamó:

—¡Tú puedes impedirlo, Elena!, no es tarde aún.

—¿Qué está pasando, Antagon?

—Ya está sucediendo. Por favor ayúdame, de-debemos llegar allí.

—Tranquilo, explícame qué sucede —dijo la profesora Raena con voz adormilada.

—¡No hay tiempo para explicar! Yo, yo le amo, lo sabes, y se está esfumando. Tráela-tra...

Un estruendo fue lo único que la profesora Raena pudo procesar, para entonces ver al profesor Khamos desplomado en medio de la gran entrada. Parecía estar moviéndose frenéticamente y, aunque ella no podía distinguir en la oscuridad su silueta, pudo jurar que su cuerpo estaba casi agonizando.

En la vida del profesor Khamos todo se oscureció.

—Se irá —alcanzó a susurrar.

Fuego es lo primero que se puede percibir en aquel oscuro valle. Montones y montones de cuerpos apilados como desechos frente al lago de la pequeña colonia, y varios ojos coloridos viendo aquel atardecer sin conciencia ya de que el último fue. El lago es tan grande como los alrededores de la Academia; aun así, parece que tantos cadáveres no pueden ser sepultados en toda la tierra del mundo; a lo mejor es solo la muerte que causa locura, pero cualquiera juraría que la cordura ya no tiene sentido.

Algunos metros a la derecha, lejos del lago, se encuentra la pequeña aldea otorgada a los Psyques, como refugio temporal, siendo destrozada por varios hombres de negro. Duele tan solo observar aquella atrocidad: una masacre total en contra de personas inocentes, en contra de almas puras. El aire que ronda aquel lugar se siente pesado y lúgubre, llevando consigo cenizas que nublan la vista. La hierba está totalmente quemada cuando se encuentra con la arena y no se ve nada más allá de las casas destrozadas, solo oscuridad.

Justo en una esquina, cerca de los límites de la aldea con el frondoso bosque, se divisa una casa azul ya sin ventanas, y a uno de los hombres se le ve arrastrando a una hermosa Psyque. Por fin se escucha su voz tan conocida, siempre tan aguda, siempre tan dulce, pero ahora convertida en un tenebroso lloriqueo; se escucha cerca, y más cerca, hasta que se encuentran sus ojos llenos de tristeza y frustración alzándose en el horizonte en busca de su amado, que justo al frente está siendo atravesado sin pudor. La escena es horrible y ella solo piensa en que lo que decían era cierto: esas criaturas no tienen alma, al menos no una pura, está rota igual que sus camisas negras, igual que los vasos en los que toman sus caras bebidas cuando pierden los estribos y los lanzan al vacío. «Desalmados», con ese último pensamiento sus hermosos ojos azules dejan la vida, y su poder, su alma, se desvanece en el ocaso como un remolino.

Poco a poco el cuerpo de la mujer se siente más cerca, tanto como para reconocer la dirección en la que su mirada ya petrificada se dirige: la casa azul que parece ser la única en píe, la única que sigue respirando aire puro alrededor de todas las demás que con dificultad pueden seguir en vida, respirando todas las cenizas.

No queda nadie respirando, no queda nadie divisando el lago. Es hora de volver.

Antagon Khamos estaba roto.

A medida que abría sus ojos, pudo comprobar que varios otros profesores le esperaban intrigados por su visión, por su conexión con los espíritus, queriendo tener noticias que confortaran las malas. Sin embargo, cuando vieron sus ojos carentes de vida abandonaron cualquier esperanza.

—Se ha ido, se han ido.

—Se ha ido, se han ido

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¡Hola, lectores!

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¡Hola, lectores!

Si estás leyendo esto te agradezco por el simple hecho de haberte tomado el tiempo de curiosear en mi historia, y si decides continuar leyendo te deseo un feliz viaje por mis letras y te agradezco mucho por darle una oportunidad a mis ocurrencias. <3

Almas Puras es una historia que ha estado rondando en mi cabeza por años, y finalmente tengo el placer de mostrarla al mundo, así que espero que disfruten de la travesía.

Por último, cuéntenme ¿qué tal les pareció este intrigante prefacio?

¡Nos iremos leyendo, almas de está tierra! 🤍✨

¡Nos iremos leyendo, almas de está tierra! 🤍✨

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Almas Puras | 1  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora