CAPÍTULO 8

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Blake

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Blake

Me despierto cuando la luz del sol, que se cuela por la ventana, se posa en mi cara, atropellando mis ojos y obligándome a abrirlos. ¡Maldita sea!, quisiera seguir durmiendo; la guardia de ayer no estuvo ajetreada, pero, aun así, no dormí en toda la noche.

Me levanto para tomar un baño. Abro la llave que da paso a la helada agua y me posiciono debajo de esta. Aún estoy conmocionado por la laguna que la situación de ayer me dejó. Es como si no hubiera estado presente en lo sucedido y, aun así, supiera qué pasaba. Y Amara. Juro haber visto sus ojos convertidos en dos faros violetas. Se veía realmente atractiva en aquella oscuridad, con una malicia rondando su ser y con sus curvas destilando sensualidad. Remuevo mi cabeza y dejo que el agua fría caiga en mi rostro para que borre esos pensamientos. Amara es una belleza, pero es una débil y patética humana.

Será mejor que acabemos rápido esta estúpida misión, porque no tengo idea de lo que sería capaz si los científicos se enteran de nuestra presencia. Seguro los rostizaría vivos sin ningún tipo de remordimiento, pero prefiero evitar las consecuencias que eso me traería con la Academia.

Salgo de la ducha y me visto.

Me dirijo al armario para tomar el dispositivo de comunicación e intentar una vez más repararlo, pues es bastante importante que desde la Academia nos informen de posibles objetivos y nos den coordenadas y demás recursos para llevar a cabo la misión. Resulta que, en medio de mis ataques de violencia, lo rompí por la rabia que inundaba mi torrente sanguíneo. Ni siquiera recuerdo qué fue lo que me enojo tanto para terminar dañándolo.

Llevamos alrededor de tres semanas, y solo hemos contribuido a que los campamentos se sigan abasteciendo de armas y drogas.

—¡Mierda! —exclamo con exasperación. El maldito aparato no está en su lugar. Levanto mi puño y lo estrello contra la puerta del armario, sin llegar a causarme daño.

Espero que sea Kaeil quien lo tenga. Pero algo me dice que otra persona más se atrevió a invadir mi espacio y robármelo. Si esto es así, significa que ya hemos sido descubiertos y que el tiempo llego a su fin.

Salgo de mi cuarto con dirección a la habitación de Kaeil, manteniendo las manos empuñadas de la rabia. Cierro de un portazo la puerta de mi habitación y bajo, ya que la habitación de mi amigo está en la planta principal. Llego a la puerta café y estrello mis puños con exageración para que la abra.

Kaeil entreabre la puerta y asoma su cabeza. Acto seguido, la empujo con rudeza para que me deje entrar.

—Hey, hey, calma —dice con las manos en el aire, como tratando de tranquilizarme—. ¿Qué sucede?

Ruedo los ojos mientras una sonrisa maliciosa crece en mi rostro.

—¿Qué sucede? —Suelto una risa carente de sentimiento—. ¡¿Qué sucede?! —Me altero y siento cómo las llamas comienzan a salir de mi sistema, siento el poder concentrándose en mis ojos que cambian de color y en mis manos que se encienden con el fuego en la punta de los dedos.

Almas Puras | 1  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora