CAPÍTULO 31

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No suelo hacer esto, pero ella lo merece. Capítulo dedicado a 🤍🤍.

 Capítulo dedicado a  🤍🤍

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Blake

Despertarme con el recuerdo de su voz pronunciando mi nombre, a gritos, en susurros, en medio de suspiros o gemidos, me hace sentir de nuevo todo el deseo corriendo por mis venas, más aun viéndola dormir en mi cama, desnuda y plácidamente, tan tranquila como siempre, a excepción de ayer que me imploraba vigor.

Ser Psyques trae ventajas: sanar rápido y tener alta tolerancia al dolor son unas de ellas, especialmente en estas situaciones, por eso dejé que una parte de mi bestia saliera a la luz, aun cuando juré mantenerla a raya. Pero así es ella, una revolucionaria que me obliga a volver al pasado y desencadenar a mis demonios.

Toda ella es una obra de arte inmarcesible, es por eso que ahora me encuentro escribiéndole versos y rimas como un estúpido enamorado. Porque sí, ella me trae loco. Ahora entiendo a Kaeil. Nunca me había sentido tan enérgico y vivaz, ella me da vida en medio de mi constante muerte, ella me aniquila y me resucita sacándome de la monotonía. Si mi felicidad es morir por ella y revivir dentro de ella.

Repaso lo que llevo escrito tratando de acabar la poesía de su clímax.

«Sus vértices de muerte
me empapan en esa esencia divina,
su azucarada miel que me embriaga
en esta sobriedad maldita.
Cada ápice de su desnudez:
una rosa letal que no tiene espinas
que me envuelve y me calcina
robándome el poder y la vida,
excitando mis circuitos
explotando mi clímax.

A otra pequeña muerte me someto,
sensual ninfa
sí tan solo con tus ojos me aniquilas
y en tus muslos de diosa me adentras
para siempre morir de asfixia,
porque me falta el aire ante tu belleza
belleza que te he dicho es mortífera.
Embriágame que en el camino te llevo al clímax
pero necesito mi sed calmar
en tus caderas
en tu alma
con mis rimas...»

El sedoso sonido de las sábanas me interrumpe al escribir la última línea, pero no me quejo al ver su cuerpo envuelto en negro. Me levanto de la silla dirigiéndome a sus labios. Mis impulsos están tan alertas como lo que sostiene mi pelvis, y ella lo nota al bajar su mirada, encendiendo sus ojos con deseo.

—Buenos días, preciosa.

—Muy buenos días, mi amor. —Me deleita con sus palabras cargadas de perversidad. Planto un beso en sus labios, pero ella lo profundiza sin querer soltarme, por lo que la termino sentado sobre mi regazo.

—Pero qué codiciosa.

—No es mi culpa. — Sonríe con malicia.

Vuelve al beso haciendo que suba de tono, que se vuelva húmedo y embelesador, sublime. Comienzo por toquetearla y quitar la sábana que nos separa.

Se mueve con suavidad, pero en sus ojos la llama quiere explotar, encendiendo los circuitos en mi cuerpo. Viéndola así poderosa y hermosa, siento que ella es solo para mí.

Almas Puras | 1  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora