Capítulo 8

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Azahara se despertó y miró el reloj de su mesilla. Las siete y media de la mañana. Por mucho que quisiera no podía dormir en condiciones y menos en esa casa. Se levantó de la cama y se puso su batín de seda blanco y bajó al salón a por el desayuno. En esa casa desde las seis y media todos estaban en marcha y sabía que en cuanto se sentara le servirían algo.

Pensó que estaría sola, pero para su desgracia se equivocaba. Zeus alzó la vista del periódico que tenía en las manos cuando sintió sus pasos.

—Buenos días —murmuró Azahara. Zeus le respondió con una inclinación de cabeza.

Azahara se sentó muy recta en la silla que estaba en la otra punta de la mesa y esperó a que llegara una de las sirvientas. Cuando llegó le pidió lo que quería para desayunar y siguieron esperando en un tenso silencio.

—No sabía que los periódicos se entregaban tan pronto ahora.

Zeus pareció sorprendido de que Azahara le dirigiese la palabra por eso tardó unos segundos más de lo normal en contestar y cuando lo hizo casi tartamudeó.

—Es el de ayer, estaba viendo las páginas de deportes. —De nuevo se quedaron en un tenso silencio y finalmente Zeus dejó su periódico a un lado. Ambos se quedaron mirando fijamente. —Creo que deberíamos tener una tregua durante el tiempo que estés aquí. Por los niños y por no crear más tensión entre Sonia y Dante de la que habrá.

Azahara lo miró y asintió. Su exmarido tenía razón, sabía que Aarón y Mónica sufrían por la situación entre ellos, pero debía reconocerlo ella también estaba agotada. Solo llevaba un día en Italia y sentía una fuerte tensión en sus hombros estando todo el rato a la defensiva. Nadie le decía nada, pero no hacía falta. Camilo y Tony la miraban como si fuese el mismísimo demonio la culpaban de la separación cuando ella no había sido la que le había puesto los cuernos.

Estaba empezando a ponerse furiosa y de repente notó que algo se le había quedado atascado en la garganta no permitiéndole respirar. Empezó a hacer movimientos con los brazos y a golpearse el pecho, pero sentía que se quedaba sin fuerzas. Vio como Zeus saltaba de su asiento y se dirigía hacia ella. Cuando estuvo a su lado la hizo ponerse en pie y le dio un par de golpes en la espalda, pero no funcionaba y ella estaba cada vez más nerviosa. No se podía creer que perteneciendo a las familias a las que pertenecía iba a morir patéticamente atragantada con un trozo de pan tostado. Finalmente Zeus se colocó tras ellas y rápidamente le hizo la conocida maniobra de Heimlich consiguiendo que Azahara expulsara el alimento atorado.

Una vez lo hubo expulsado comenzó a toser y a coger bocanadas de aire. Zeus alargó la mano y le alcanzó el vaso de zumo de naranja natural que estaba desayunando y ella dio unos pequeños sorbos hasta que se pudo recuperar. Cuando dejó el vaso en la mesa Aza sintió como esos fuertes brazos que tan bien conocía la rodeaban y la apretaban contra su pecho.

—Joder tesoro que susto me has dado, pensaba que te quedabas ahí. —Durante unos segundos Azahara se permitió el lujo de permanecer entre sus protectores brazos.

—Lo sé yo también me he asustado.

Zeus se separó un poco lo suficiente como para que la tomara por la cara y se quedasen mirando fijamente a los ojos. Aza sabía que debía separarse antes de que fuese demasiado tarde, esto estaba siendo demasiado para ella. Era como una drogadicta que había dejado su adicción radicalmente y de pronto se encontraba en una fiesta con barra libre.

—Como siempre yo tenía razón. Por lo visto la culpa era de esos dos camellos...

Al escuchar la voz de Camilo acercándose ambos se separaron bruscamente, pero no fueron tan rápidos como para que él y Viola, su mujer, los viesen actuando de forma extraña.

Saga Familia Gotti 7: Infierno (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora