Ramificaciones

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Prólogo

La lluvia caía casi de manera torrencial. Las densas nubes grises cubrían la luna por completo, dejando el bosque en completa y fría oscuridad.

Suspirando, el joven Kakashi Hatake de catorce años regresó al interior de la cueva en que se refugiaba con el objetivo de su misión actual. Junto al fuego, temblando de frío y con la mirada perdida, estaba la niña castaña de diez años a quien escoltaba.

–Lo siento, Kazue. Parece que no llegaremos sino hasta mañana.– explicó el muchacho sentándose a agarrar calor.

Tenía que llevar a la pequeña hacia el señor feudal bajo órdenes urgentes y sin que nadie más se enterara. Normalmente habría rodeado la montaña en la que se hallaban, pero escalarla se supone sería más rápido y acampar les evitaría ser vistos en los pueblos.

–Yo no tengo prisa en llegar, Kakashi senpai.– gruñó la pequeña, sus ojos azules se habían tornado fríos cuan hielo.

–¿Quieres quedarte en el bosque?– replicó Kakashi, cansado de la mala actitud que Kazue había expresado desde que salieron de Konoha. Era obvio que ella no quería ir, ni él tampoco quería tener que llevarla, pero las ordenes del cuarto Hokage eran indiscutibles para ambos.

–Quiero volver a casa.–

–El señor Hokage dijo...–

–Sé lo que dijo y no me importa. Yo no quiero ir a la capital.–

Kakashi se tomó un minuto para respirar. Necesitaba calmarse. No podía dejar que una niña menor que él lo irritara, tenía que mostrar madurez.

–Si el Hokage pidió que te llevara, es por una buena razón. El no enviaría a su sobrina a la capital del país del fuego solo por que sí.–

–Es por que ya viene el bebé.– sollozó Kazue, desconcertando a Kakashi con el repentino cambio de actitud.

–¿Qué?–

–Tío Minato no puede encargarse de dos niños y ser Hokage, así que me manda lejos por que le estorbo

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–Tío Minato no puede encargarse de dos niños y ser Hokage, así que me manda lejos por que le estorbo.–

–Claro que no es por eso...– intentó tranquilizar el mayor pero era muy tarde, Kazue ya había roto en llanto y él no tenía experiencia calmando niños.

–¡Tío Minato ya no me quiere! ¡No volveré a ver mi casa! ¡Ni mis juguetes! ¡Ni a mis amigos!–

–El sensei no te haría eso, cálmate.–

Incómodamente, Kakashi se movió para sentarse a un lado de la niña pero lo único que se le ocurrió hacer para consolarla fue darle unas palmaditas en la espalda. Kazue lloró un buen rato abrazando sus rodillas, hasta que dejó salir toda la tensión.

–No me quiero ir. Tengo miedo.– dijo ella entre sollozos.

–Estoy seguro que volverás pronto. Minato sensei no se desharía de tí. Ya verás que pronto mandará a alguien a recogerte.–

–¿Y si no?– cuestionó la niña. Kakashi no entendía como alguien podía siquiera dudar de su maestro, quien era la misma imagen de la honestidad y confianza, pero eso era lo de menos en ese instante. Tenía que conseguir que Kazue se sintiera tranquila si quería terminar esa misión con éxito.

–Entonces iré yo.– aseguró el joven, tan seguro en su maestro que estaba dispuesto a dar su palabra por él.

–¿En serio?– cuestionó ella aún con preocupación. Kakashi se preguntó de dónde venía tanta desconfianza, conocía poco a la niña pero no creía haberse hecho una reputación de mentiroso con ella.

–Sí, es en serio. Cuando el señor Hokage mande a alguien por ti, le pediré que me envíe personalmente. Aunque hayas gritado y llorado todo el camino.–

Esa última broma consiguió sacarle una risa a Kazue.

–¿Lo prometes?–

–Solo si prometes portarte bien.–

–Ok, voy a portarme bien.–

Por el resto del viaje, Kazue no volvió a llorar ni a discutir las indicaciones de Kakashi.

Llegaron a su destino tarde el día siguiente y un samurai llamado Honda los recibió en el palacio del señor feudal. El hombre les explicó que Minato le había salvado la vida durante la guerra y cuidar de Kazue por un tiempo era la manera de pagarle el favor.

A Kakashi el hombre le pareció confiable, se manejaba con bastante serenidad. La pequeña no dijo palabra alguna pero se notaba el disgusto en su rostro. Aún así, Kakashi encontró admirable que ella estuviera tan decidida a cumplir con su palabra y aceptar la situación.

Luego de que las doncellas llevaran a Kazue a su habitación, Kakashi recibió la indicación de que podía volver a la aldea inmediatamente.

Sin siquiera despedirse, Kakashi dio su labor por terminada y se fue sin mirar atrás.

Esa fue la última vez que vio a Kazue. 

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