Terminadas la guerra ninja y la amenaza de Akatsuki, Kakashi Hatake se prepara para su nombramiento como Hokage pero tiene un asunto pendiente con una promesa que no cumplió hace años, y la única persona que podría ayudarlo a enmendar la reputación...
Kazue no sabía que pensar sobre el repentino cambio en los ninjas que la acompañaban. Usualmente ambos estaban relajados y se notaba que todo les daba pereza, pero en ese momento la vibra alrededor de ellos era de alerta y aprensión.
–¿Quién es Hidan?– se atrevió a preguntar, consternada de como un nombre tan simple podía poner así a dos ninjas de alto nivel.
–Era un miembro de Akatsuki. Uno de los más peligrosos.– respondió Kakashi, percatándose de que no podría evitar comunicarle a Kazue el nivel de peligro en que Naruto estuvo los últimos años.
–¿Los tipos que iniciaron la guerra? ¿Pero no deberían estar todos muertos? ¿O acaso se les escapó este?– cuestionó la samurai, Shikamaru apretó los puños.
–No hay manera en que Hidan pudiera escapar. Yo mismo me encargué de eso.–
Kakashi se percató que Kazue dio un paso atrás, inconscientemente dándole algo de espacio a Shikamaru. Si seguían así, lo único que conseguirían sería asustarla.
–Debemos calmarnos y pensar.– decidió el ninja copia inhalando profundo, con suerte algo de oxígeno extra le ayudaría.
–Los encargados del campo Nara ya me hubieran notificado si notaran un cambio.– dijo Shikamaru, más para calmarse a sí mismo que para el grupo.
–Envía una nota y pide que revisen por si acaso.– indicó Kakashi.
–¿Y si sigue ahí?– cuestionó Shikamaru, en verdad no quería ni contemplar la posibilidad que su plan hubiera fallado.
–Significa que esto le pertenece a alguien más. Alguien relacionado a él.– Kakashi sacó un kunai para pincharse un dedo y usar la gota de sangre en su técnica de invocación.
Cuando los perros ninjas aparecieron a Kazue se le escapó un chillido de emoción. La samurai intentó mantenerse seria y cubrirse la boca, ya que la conversación hasta el momento estuvo muy seria, pero no podía ocultar lo adorable que se le hacía ver a los perros con su ropita intentando verse rudos. Era lo más feliz que Kakashi recordaba haberla visto en su vida.
–¡Qué lindos son!– susurró para sí Kazue dándose la vuelta para evitar que se notara su reacción, pero tanto los perros como su amo alcanzaron a escuchar.
–Tranquila, muchacha. Soy solo un perro ninja.– advirtió Pakkun con calma pero Bisuke, el perro castaño de orejas largas y ojos manchados se acercó a la samurai con curiosidad y se dejó acariciar por ella.
–Lo siento, pero es tan adorable. Hatake, esto tiene que ser la cosa más genial que te he visto hacer jamás.– exclamó ella cediendo a su amor por los animales y rascándole las orejas al pequeño perro. Bull, el perro más grande de todos, se acercó queriendo algo de atención también.
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