Capítulo 21: Una Noche

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Salieron poco después de la conversación con el General Honda. Sabían que tardarían al menos un día en llegar a la capital pero al menos el término del compromiso mantendría a Honda y los Akihiro distraídos lo suficiente.

–Si tomamos esta ruta tendremos que acampar alrededor de esta área.– apuntó Kakashi en el mapa cuando se detuvieron a almorzar cerca de medio día. Kazue miró el mapa por encima de su hombro, haciéndolo sonrojar un poco. A pesar de lo mucho que habían avanzado seguía sin acostumbrarse a tenerla tan cerca.

–No necesariamente. Podríamos tomar una desviación aquí y llegaríamos a mis campos de arroz al anochecer. Tardaríamos más en llegar mañana, pero descansaríamos mejor.–

–¿Tus campos de arroz?– preguntó curioso el ninja.

–Mi premio por años de servicio exitoso y el motivo por el que me iba a casar con una familia distribuidora de arroz.– respondió Kazue –No olvides que soy una samurai ejemplar.–

Teniéndola tan cerca y con su sonrisa tan brillante al verlo a los ojos, Kakashi sintió unas tremendas ganas de besarla. Realmente quería hacerlo. Desde el día anterior tenía toda la intención de tomarla en sus brazos y adueñarse de sus labios, pero el estado mental de la joven no era el mejor en esos momentos. Aunque riera y tratara de aparentar que todo estaba bien, él sabía que ella seguía vulnerable y no quería aprovecharse de aquello. Debía esperar a estar completamente seguro que Kazue estaría bien y que le correspondería apropiadamente, no por la desesperación de sentirse sola.

Ella estuvo callada la mayor parte del camino, limitándose a decir solo lo necesario. Se le veía tranquila, pero Kakashi no podía imaginar todo lo que ella debía tener en la mente. Decidió darle su espacio y no forzar conversaciones. A él no le incomodaban los silencios, y aunque esto tenía todo el trasfondo para ser un extendido silencio incómodo él no sentía que lo fuera.

Desde la costa fueron yendo a terreno más alto y eventualmente llegaron a los bosques que rodeaban una pradera a lo lejos. Para ese entonces el cielo ya estaba bastante nublado.

–Estamos cerca. Los arrozales están allá, en donde se aplana más el terreno.– señaló Kazue con una pizca de entusiasmo.

–Fue listo del señor feudal darle estas tierras a una samurai.– analizó Kakashi –El bosque que las rodean serían perfectos para que los bandidos roben transportes llevando el arroz a puerto, pero sabiendo que tú los vigilas se lo pensarán más.–

–¿Has tenido muchas misiones escoltando transportes?– adivinó la samurai y Kakashi asintió.

Kazue abrió la boca para elaborar más en el tema pero entonces notó algo que la hizo sonreír y corrió hacia aquello. Kakashi caminó tras ella, curioso por qué causó tal reacción, y vio a Kazue agachada frente a un par de flores moradas de pétalos lagos muy parecidas a las margaritas.

–¡Son dimorfotecas!– explicó Kazue sin dejar de analizar cuidadosamente el pedazo de tierra donde crecían –No suelen crecer en esta clase de terrenos y menos a estas temperaturas tan frías, son más de lugares secos y cálidos.– la joven vio hacia la copa de los árboles y luego de vuelta a las flores. –Hay un espacio entre las copas que deja pasar una buena cantidad de luz hacia ellas. Es increíble.–

–Que linda.– se permitió decir Kakashi aprovechando el doble sentido y el que ella no estaba atenta a él.

Kazue rió apenada al ponerse de pié.

–Disculpa, tenemos cosas qué hacer y yo aquí perdiendo el tiempo con esto.–

–No, al contrario. Es bueno verte contenta con algo. Ayuda a la moral del grupo.–

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