Kazue se sintió muy animada durante el camino de regreso a su hotel. Aunque era una mujer de la espada, una guerrera imparable y leal sirviente de su pueblo, le gustaban las cosas femeninas. Y el ir de compras siempre le resultaba vigorizante.
Aunque, volteando atrás y viendo a Kakashi caminar un poco menos erguido de lo normal, le causó gracia saber que para su acompañante resultaba todo lo contrario. Y eso que ni siquiera tuvo que cargar bolsas, puesto que el personal de las tiendas lo llevaría al hotel por ellos.
La samurai alentó el paso para quedar al mismo ritmo que el ninja.
–Sé que esto no es lo tuyo, pero agradezco que hicieras el esfuerzo.– le comentó ella con sinceridad pero en vez de sonreír o decirle algo, como uno hubiese esperado, Kakashi pareció hundirse más en sí mismo y desvió la mirada. Kazue se preguntó si lo había ofendido así que añadió –Tienes un buen ojo para el color.–
–Hm.– fue todo lo que dijo Kakashi asintiendo con la cabeza pero aún sin verla.
Kazue decidió no dejar que esto le molestara, quizás Kakashi solo estaba cansado.
Cuando llegaron al hotel la recepcionista le notificó a Kazue que había otro samurai que quería verlos en la habitación 21. Ahí sí que tuvo la atención del ninja, quien inmediatamente se tensó compartiendo con la sospecha de que fuera algún enemigo disfrazado.
Fueron cautelosamente a la habitación, atentos a cualquier cosa inusual en los pasillos, tocaron la puerta y quien abrió fue el mismísimo general Honda con una enorme sonrisa.
–¡Kazue! ¡Qué bueno verte!– saludó haciéndola pasar de inmediato –Joven Hatake, pase también. Adelante ambos.–
–Buenas tardes, maestro.– reverenció Kazue con la etiqueta esperada de su rango.
–Que gusto verlo, General Honda.– dijo Kakashi formalmente.
–Siéntense, jóvenes. Tenemos bastante de qué hablar.– invitó el samurai señalando un sofá en la habitación. Ellos se sentaron mientras el samurai servía té en una bandeja.
–Maestro, permítame por favor.– pidió Kazue al notar lo que Honda hacía pero él simplemente le entregó la taza sin decir nada. Ella sabía que como su subordinada y como mujer el protocolo indicaba que ella debía servir el té, y él solía permitírselo cuando estaban en reuniones oficiales. Sin embargo desde niña cuando estaban en su casa él le llevaba té en las tardes cuando quería charlar con ella. Era algo de ellos. Si él estaba sirviendo el té, era por que la conversación sería personal, no de asuntos oficiales.
–Llegué hace poco más de una hora.– empezó el samurai –Pensé que seguirías en tu misión pero la dueña me dijo que llegaste y pediste el cuarto que solemos usar. Entonces imaginé que habrías terminado antes o tomado un descanso y te adelantaste a reservar el lugar para la familia... pero luego me informaron que ya había alguien contigo.–
–Mil disculpas, maestro. No estaba segura de si usted asistiría a la boda y tomé la habitación sin pensarlo.–
–Ese no es el problema, Kazue.– reprendió tomándose su tiempo para beber calmado de su taza y bajarla, sabiendo que comandaba la atención del lugar –El problema es que te hospedas con un hombre.–
Kazue y Kakashi instintivamente voltearon a verse, más que nada para evaluar la reacción del otro. A juzgar por el ángulo de las cejas de Kakashi, éste tampoco había pensado que el asunto fuera malo.
–Son dos habitaciones con un espacio conectándolas. No veo cómo eso pueda ser un inconveniente.– se defendió Kazue sin perder la calma.
–La gente que quiera hablar de ti omitirá ese detalle cuando comiencen a esparcir rumores. Debes ser más cuidadosa, Kazue. No debes darles material.–
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Ramificaciones
ФанфикTerminadas la guerra ninja y la amenaza de Akatsuki, Kakashi Hatake se prepara para su nombramiento como Hokage pero tiene un asunto pendiente con una promesa que no cumplió hace años, y la única persona que podría ayudarlo a enmendar la reputación...