Capítulo 14: Distancia

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La matrona les dio la lista de nombres que necesitaban, pero eso no significaba que pudieran fiarse de su palabra. Kakashi pidió a las empleadas del burdel que le dieran un cuarto donde pudieran encerrarla en lo que decidían qué hacer, y le ordenó a Shikamaru que la vigilara mientras él hablaba con Kazue en la oficina.

–Tiene que ir a prisión, pero no puedo mandarla aquí mismo sin exponer los detalles de la misión.– comentó la samurai frotándose las sienes, Kakashi sintió culpa por haberla movido tanto ese día cuando debía estar descansando.

–Sugeriría alguno de los samurai que fue a resolver lo del alcalde, pero no parecen confiables.– analizó el ninja copia –¿Tienes a alguien de confianza a quien se lo puedas pedir? ¿O alguien que no vaya a hacer preguntas?.

–Sí, pero le tomará un día llegar.–

–Tal vez haya algún ninja en la zona que la señora Tsunade nos pueda enviar. Tendría que enviarle un halcón para preguntar.– propuso Kakashi.

–Enviemos ambas cartas, a ver quien llega primero.– suspiró Kazue. –Mientras tanto tendremos que quedarnos aquí a vigilarla.–

–¿Crees que las empleadas quieran liberarla?–

–No creo... pero nunca falta alguien que sea su amiga o que le sea leal. Acabamos de llegar y tomar el lugar por la fuerza, obvio van a desconfiar de nosotros también.–

–Tú tomaste el lugar por la fuerza. Yo solo iba a espiar.– se defendió Kakashi en un tono bromista. Le dio gusto ver que su pequeño chiste hizo reír a Kazue. Ella no reía mucho pero era deslumbrante cuando lo hacía. Debería hacerlo más.

–Hablaré con ellas para discutir opciones. Es lo justo.– decidió la samurai.

–Mientras tanto yo escribiré la carta y revisaré los archivos, para verificar que no nos falten o sobren sospechosos.–

Kakashi notó que Kazue sonrió de nuevo, esta vez con una calma atípica de ella.

–Has resultado ser muy confiable.– confesó ella sorprendiendo a Kakashi –Escuché hablar de lo inteligente y efectivo que eras, pero verlo en persona... es completamente distinto.–

Aunque típicamente era muy elocuente, Kakashi se quedó sin palabras. El día anterior ella había hablado bien de él con un anciano, pero asumió que eso era una mentira para suavizarle el impacto de que un ninja se llevara su preciada planta. Ahora se lo estaba diciendo a él, en su cara, en privado, con una sonrisa.

Y él se había quedado callado por demasiado tiempo. Las cejas de Kazue marcaban desconcierto.

–Gracias.– atinó a decir el ninja. Kazue le dio un par de palmaditas en el hombro a modo de despedida y se dirigió a la puerta

–Ah, Kazue.– la llamó. Ni siquiera supo por qué lo hizo, simplemente no quería que se fuera pero no tenía idea de por qué ni ninguna excusa con la cual retenerla.

–¿Qué pasa, Hatake?–

Y con eso Kakashi tuvo una excusa para su comportamiento y para corregir algo que hace tiempo le molestaba.

–Si ya no estás molesta conmigo... podrías llamarme por mi nombre. Solo Kakashi está bien.–

Notó a Kazue apretar los labios brevemente antes de darle una de esas sonrisas que las mujeres usaban para suavizar las malas noticias.

–Creo que seguiré con Hatake. Me parece más apropiado.–

La samurai dio una leve reverencia y salió de la oficina.

Al quedarse solo en la oficina, rodeado de papeles y documentos que revisar Kakashi sintió un peso en el pecho y un mal presentimiento subir por su espalda. Dentro de poco esta sería su vida... la gente que conocía tratándolo como un superior, reverenciándolo y dejándolo solo con el papeleo.

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