Cuando Kakashi y Shikamaru volvieron al palacio del señor feudal, los sirvientes se encargaron de llevarse los caballos y las doncellas los guiaron a las habitaciones donde pasarían la noche.
Les extrañó que el señor feudal no los convocara de nuevo para preguntarles sobre la misión, habiendo solo recibido la explicación de que él estaba demasiado ocupado para atenderlos y los vería hasta la cena.
Kakashi decidió aprovechar el tiempo para intentar relajarse y prepararse mentalmente. Llevaba dos días viajando en compañía de Shikamaru y le iba bien tener un momento para estar solo con sus pensamientos.
Los sirvientes del palacio habían dejado preparada la tina con agua caliente así que la aprovechó.
Dejó que el agua disolviera la tensión acumulada en sus músculos y cualquier pensamiento con respecto a la situación del rehén. Eso era un asunto que los samurai debían resolver y si acaso llegaban a necesitar la ayuda de ninjas, el señor feudal tendría que llenar los formularios para solicitar la misión y mandarían a algún grupo capacitado. Para Tsunade la prioridad era preparar la toma de poder para retirarse cómodamente, no iba a ordenarle quedarse por un asunto así.
Debía admitir que extrañaría un poco el salir en misiones, en especial con sus estudiantes, pues era lo que había hecho toda su vida. Luego de 1141 misiones la idea de no volver a realizar alguna resultaba difícil.
Terminando su baño se percató que tenía otro pequeño lío en manos. Solo llevaba otro cambio de ropa además del que usó esa mañana, y no era necesariamente el tipo de vestimenta para un banquete con el señor feudal y sus allegados.
Inicialmente pensaron que el viaje sería rápido, que solo se presentarían, dormirían y se irían. Personalmente no tenía problema con usar su ropa normal pero las mujeres eran más exigentes en cuanto a mantener apariencias y Tsunade se los comería vivos por dejar mal a la aldea en ese aspecto.
Tal como si el cielo hubiera intervenido a su favor, un sirviente de edad avanzada tocó a su puerta.
–Señor Hatake. La señorita Tachibana me ha pedido que le traiga esto.– anunció el hombre dándole un kimono gris perfectamente doblado.
–¿Kazue lo pidió?– se sorprendió, mirando el kimono en busca de algún alfiler o polvos de picazón.
–Mi hija le comentó que ustedes llegaron con poco equipaje así que la señorita me solicitó conseguir ropa para usted y el joven Nara.–
–¿Su hija es amiga de Kazue?– Kakashi estaba sorprendido de ello tras ver lo autoritaria que había sido la mujer con los sirvientes anteriormente.
–Sí, señor. Desde que eran niñas. Fue hace apenas poco que mi hija empezó a trabajar en el palacio, pero solía acompañarme cuando era pequeña.–
–Ya veo. Gracias. Y por favor dele mi agradecimiento a ellas también.–
El hombre hizo una reverencia y se retiró. Kakashi extendió el kimono sobre la cama.
¿Significaba esto que Kazue no estaba tan enojada con él? ¿O acaso solo sentía simpatía por Shikamaru y lo incluyó en la orden para no quedar mal con los sirvientes? Como fuera el caso, siquiera sabía que ella no había elegido la prenda en persona y no le había puesto algo que lo perjudicara.
También era bueno saber que en esos años Kazue había contado con por lo menos una amiga.
Un par de sirvientas guiaron a Kakashi y Shikamaru a una gran sala de espera. Ahí varios samurai y políticos se encontraban charlando mientras esperaban que diera inicio la cena. Curiosamente todos los samurai vestían la misma combinación de ropa tradicional en azul oscuro y todos llevaban su cabello en molote alto. Los invitados políticos eran los únicos con individualidad en sus atuendos. Notó que al entrar algunos de ellos le dirigieron miradas poco agradables que luego intentaron disimular.
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Ramificaciones
FanfictionTerminadas la guerra ninja y la amenaza de Akatsuki, Kakashi Hatake se prepara para su nombramiento como Hokage pero tiene un asunto pendiente con una promesa que no cumplió hace años, y la única persona que podría ayudarlo a enmendar la reputación...