Cada día que pasaba, el bloqueo en la investigación se volvía más frustrante para Kakashi. Aún si tenían las ubicaciones de las bases, no conseguían que esos fanáticos dieran el nombre de quién atacó a los samurai.
Ocho días y los samurai en estado crítico seguían sin despertar. La Hoja tenía a las dos mejores ninja médico del país entre sus filas, pero ni con eso bastaba para que el General Honda se recuperase por completo.
Era una tortura volver a una casa vacía todas las noches y despertar cada mañana con el espacio extra en su cama recordándole sus fracasos. Sentir como el aroma de Kazue se iba borrando de los espacios que compartían. Comer solo en la mesa. Su único consuelo era cuidar de esa flor morada que le obsequió como muestra de su amor. Estaba determinado a mantenerla viva para Kazue. Aunque Kakashi no solía ser tan positivo, esa flor sobreviviendo en medio del frío invierno le inspiraba esperanza.
Pensó que cuando Kazue volviera le obsequiaría miles de flores más para que su sonrisa nunca se desvaneciera, para compensarla por cada minuto y cada hora que se tardaba en rescatarla de ese exilio.
Así que Kakashi prefería quedarse fuera trabajando lo más posible, ya fuese revisando la seguridad en el hospital o supervisando los esfuerzos de interrogatorios. Era agotador pero no pensaba rendirse.
La octaba noche en específico Kakashi sintió los efectos de la implacable búsqueda pasando factura en sus compañeros.
–La pérdida de los Yamanaka en la guerra empieza a pasar factura.– comentó Ibiki en un descanso, tomando su tercera taza de café de la noche. –La joven Ino es talentosa, pero no podemos comparar su experiencia con la de su padre.–
Kakashi suspiró, viendo hacia la puerta tras la cual Ino hacía el esfuerzo de ingresar a la mente de uno de los Jashinistas capturados. Aunque hubieran ganado la guerra, la aldea estaba debilitada. Por el momento los efectos estaban contenidos dentro de La Hoja, pero si no se apresuraban a reponer los daños entonces pronto se notaría desde el exterior. Los Jashinistas no eran tontos, se estaban aprovechando de esa debilidad. Ellos representaban un problema que debía cortarse de raíz.
–Debe haber una forma en que podamos reforzar nuestras defensas sin arriesgarnos a perder más gente.– meditó Kakashi en voz alta e Ibiki soltó un resoplido.
–Cuando se te ocurra algo, brindaré por ese milagro.–
Ino salió de la habitación con la mirada baja. No eran buenas noticias.
–Lo siento, intenté pero aún no domino por completo la técnica de sondeo de mentes.–
–No te presiones, toma tiempo perfeccionar algo así.– tranquilizó Ibiki para alivio de la chica.
–Solo necesito un poco más de práctica. Sé que puedo conseguirlo pero es difícil encontrar mentes qué sondear para mi entrenamiento.–
–Pues ahora tienes toda una ala de prisioneros en los cuales practicar.– ofreció Kakashi señalando hacia donde se hallaban las celdas. Las miradas que Ino e ibiki le dirigieron hacían obvio que su comentario les pareció preocupante.
–Nosotros nos encargamos del resto. Creo que deberías descansar.– ofreció Ibiki, aunque sonaba más a una orden.
–Estoy bien, aún puedo seguir.–
–Insisto.– dijo Ibiki adoptando una mirada más estricta.
–Bien, les encargo el resto.–
Kakashi no quería entorpecer la investigación provocando un pleito con Ibiki, así que cedió. Se alejó de los otros ninja preguntándose a donde podría ir a pasar el rato y evitar volver a casa. Ino lo alcanzó, poniéndosele en frente con una expresión angustiada.
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Ramificaciones
FanficTerminadas la guerra ninja y la amenaza de Akatsuki, Kakashi Hatake se prepara para su nombramiento como Hokage pero tiene un asunto pendiente con una promesa que no cumplió hace años, y la única persona que podría ayudarlo a enmendar la reputación...