Capítulo 22: Veneno

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Le tomó a Kazue un largo rato calmarse. Luego de que Kakashi se fuera ella preparó la tina con agua caliente y fue a su cuarto por un cambio de ropa. Fue ahí en el silencio de la casa vacía y oscura que un feo sentimiento la abrumó de golpe.

Estaba sola.

Aunque volviera al palacio no se sentiría mejor, por que ya no estaba segura de en quien podía confiar ahi. Una vez Kakashi volviera a La Hoja ella estaría sola entre la multitud.

Era la misma historia repitiéndose. Pero ahora ni siquiera tendría a su maestro para acompañarla y guiarla.

Estaba sola, así que se permitió a sí misma derramar las lágrimas que había ahogado los últimos días.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que se calmó, pero pudo sacar todo y se sentía exprimida. Aún así tomó un respiro y se acomodó el cabello. Kakashi iba a volver en cualquier momento, si no es que ya estaba en la casa. Tenía que aprovechar las últimas horas que le quedaran con él.

La samurai salió de su habitación y se topó con una sorpresa en la mesa del pasillo. Las dimorfotecas que vieron esa tarde estaban en una maceta. Kazue la levantó para verlas más de cerca, estaban aún húmedas por la lluvia, la tierra traspasada algo torpemente, pero los pétalos se encontraban intactos. Era un trabajo hecho con cuidado y ella simplemente supo que tenía que haber sido Kakashi quien lo hizo.

Sintió un apretón en su corazón y una calidez la invadió de dentro hacia afuera. Kakashi había replantado flores por ella. Cualquier otro simplemente las hubiera cortado, pero él se tomó el tiempo de desenterrarlas y moverlas bajo la lluvia.

¿Por qué siempre tenía que hacer esas cosas que la conmovían tanto? ¿Cómo se había hecho tanto espacio en su vida y en su corazón que la idea de separarse de nuevo la hacía llorar? ¿Cómo se había enamorado tan rápido y por qué estaba perdiendo el tiempo ahí parada en vez de decirle algo?

Dejó las flores en su lugar y fue al cuarto de invitados. La puerta estaba abierta así que se asomó, pero Kakashi no estaba ahi. Lo buscó en las áreas comunes pero tampoco se encontraba en ellas. Tocó la puerta del baño pero no recibió respuesta y al probar la manija esta no tenía seguro.

Esto le preocupó. La casa de la señora Mine estaba cerca y las flores se veían recién sacadas de la lluvia, así que Kakashi debió volver en algún momento.

Kazue se decidió a salir a buscarlo pero justo en la entrada vio que la capa del ninja estaba colgada junto a la suya. Y estaba empapada de agua de lluvia.

Buscó los zapatos de Kakashi pero no estaban ahí. Incluso el paraguas mojado estaba en su lugar ¿así que cómo saldría alguien desprotegido con ese clima?

Nada de eso tenía sentido.

La samurai tomó sus armas y se colocó la capa. Algo no estaba bien.

Unos metros detrás de la casa había un establo, por suerte ahí seguía una yegua vieja que los granjeros usaban para labrar. Le puso una silla de montar y subió a ella. Sin importar cuanto tiempo de ventaja le llevara Kakashi, ella podría compensarlo yendo a caballo.

Fue a trote hacia el sendero principal. Con lo oscuro que estaba apenas y se vía algo, las pocas casas de los granjeros que seguían despiertos proyectaban las únicas luces tenues que ayudaban en su camino.

Justo gracias a estas distinguió una pequeña silueta moviéndose lento por el pasto. Kazue guió el caballo hacia ella y la persona intentó correr pero se agotó muy rápido. Al alcanzarla la samurai se dio cuenta de quien era.

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