Una historia de hace doce años. En un día normal para mí pero importante para mi padre, a unos meses antes de la muerte de mi madre, el día de la elección de mi futura esposa; el día que conocí a Emma.
—¿Porqué debo conocer a una esposa? —ingenuo y apenas conciente de lo que decía le pregunté a mi padre.
—Todos necesitamos una compañera, puede que ahora no lo entiendas pero cuando crezcas lo harás —de la misma manera respondió, sin titubear, ni una expresión suya de sentimientos. Nada a cambiado.
En ese entonces realmente creía que a él no le importaba su esposa; mi madre, pero como todo niño de esa edad, no estaba consciente del asunto; un complicado asunto de adultos, incluso a pesar de todas las mejoras que tenía, era incapaz de comprender; demasiado inmaduro para lograrlo. Supongo que sólo necesitaba crecer para entender que la única razón de aquellas palabras eran debido a mí; yo era quien a mi corta edad había puesto a mi padre como uno de los mejores y a mi madre con la espalda en la pared.
—Y, ¿qué se hace con las esposas? —con toda ingenuidad de un niño pregunté.
—Se lográ algo nuevo —su respuesta en ese momento me pareció confusa pero no pregunté debido a que estaba por ingresar a la sala de compatibilidad.
Me presentaron seis niñas con Emma incluida.
La primera niña era rubia y tenía los ojos azules como el océano que en ese momento desconocía, y ahora que lo conozco puedo compararlo sin dudar. Estuve hablando con ella cuatro horas; las mejores cuatro horas que había experimentado hasta ese momento. Justo en ese momento tenía miedo de decir adios; no quería dejarla. No quería morir sin ella a mi lado, y menos sabiendo que solo tenía un tiempo establecido.
Su nombre era Clarice Robinson, la hija del doctor Nicolás Robinson.
Era bonita; única.
Clarice era educada y muy callada, no preguntó nada, tan solo se limitó a contestar una y otra vez. Parecía un robot programado para contestar sin ninguna excepción. Eso me causó gracia y simpatía por ella al igual que una gran admiración al enterarme luego que ella pertenecía a un grupo más selecto.
Clarice era hermosa y encantadora, tanto que en ese momento pensé dentro de mi "quiero ver su lindo rostro por el resto de mi vida".
Después nos dirigimos al centro para los exámenes y todas las demás cosas, todo eso en el hospital más grande del RCUM.
Pasado un dia, me presentaron a un niña poco más alta que yo, tenía el pelo negro y los ojos verdes.
Su nombre era Grace Patrick, y los médicos no tenían mucha esperanza en ella, debido a su estatura. En el RCUM ser más alto que la medida estándar era algo realmente vergonzoso y muy mal visto. Grace era una niña demasiado tímida, la plática que tuvimos fue humillante, ni siquiera podía mirarme a la cara sin avergonzarse. Fue un completo fracaso, ni siquiera entendí por la eligieron de miles de niñas.
Al día siguiente me presentaron a la tercera y al próximo a la siguiente hasta que llegaron a Emma Smith.
Emma era extraña y un poco incoherente cuando la conocí, o eso me pareció a mí.
—Hola, mi nombre es Emma Smith. ¿Cuál es tu nombre? —esas eran las primeras palabras que oí de su pequeña boca, aquellas palabras habían sido suficientes para saber que ella era la indicada, y solo porque me habló.
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Extraño Mi Cordura
Teen FictionEn el abrazo enmarañado del destino, dos almas errantes se entrelazan en un vaivén de incertidumbres y anhelos. El hilo inquebrantable del tiempo teje sus vidas en el lienzo de la existencia, fusionando sus caminos en un intricado entramado de emoci...