Veinte personas apartadas a quinientos metros el uno del otro; apunto de decidir los salvadores y el número uno.
La señal fue dada y la tensión subió al límite al oír disparos provenientes de todos lados.
Me preocupé por Greg, y controlado por las reglas, terminé por deducir que vendría por mí. Pensé por un momento correr hacia Greg y pelear juntos, esa sin duda sería para muchos la mejor opción, pero en vez de eso, sabiendo que Greg no sería tonto y vendría hacía mí, corrí hacia el lado opuesto a Greg, creyendo que el no abandonaría mi vida fácilmente; sobretodo porque lo prometió.
Él prometió ponerme sobre todo.
Mis piernas se movían tan rápido como podían y aún así sentía que solo me quedaba parado en un solo punto con poco o nada de entusiasmo. Casi termino frenando para darle tiempo al razonamiento lógico, pero solo frené un poco y continúe mi camino.
Ocurra esto tarde o temprano, siempre termino caminando solo y confundido.
Tomé la pistola diseñada para solo una bala, cargué la bala correspondiente y corrí disparado hacia el lado opuesto a Greg. Pensé que lo mejor en esa situación era correr para evitar a los demás, y como lo pensé sucedió. A solo cien metros de mi objetivo disparé hacia arriba y observé un pequeño momento su accionar, el cual fue frenar, y así volví a cargar el arma y continúe. Ya a poco del encuentro entre ambos, apunté y disparé. La bala le dio directo a su brazo que sostenía la pistola y él terminó gritando de dolor después del impacto; confirmando yo así que él aún sentía dolor. Seguí corriendo al mismo tiempo que cargaba una nueva bala, mientras él, tardó un poco en recuperarse y entonces tomó la pistola con su otro brazo, tratando de cargar una bala de su bolsa de balas, pero yo volví a disparar justo en su pierna. Ya a casi treinta metros, le disparé directo, logrando que impactará contra su otro brazo lastimado. Gritó fuertemente sosteniendo su brazo, y tan solo a tres metros de llegar a él, él nuevamente tomó la pistola que ya estaba cargada, pero antes de que pudiera disparar, tiré mi pistola con toda mi fuerza directo a su rostro, para luego terminar pegándole una patada en el pecho y luego tomar su propia arma y la mía, disparándole en ambos brazos. Cargué de nuevo ambas pistolas para volver a disparar, pero esta vez en las piernas, cuando de repente vi a poco más de quince metros a una persona acercándose directo a mí; me apuntaba con el arma. En esa situación conociendo que no tenía tiempo para volver a cargar el arma, apuntar y disparar, tomé a mi anterior víctima de rehén para cubrirme, valiéndome del hecho que él no podía dispararle en el pecho.
Como lo predíje el no disparo, porque yo sostenía al que daba indicios de ser compañero suyo; lo tomé del cuello, cubriendo con su cuerpo el mío. Él otro al ver mí acción, se acercó cautelosamente hacia mí; quedando a solo dos metros de mí, y siguió un poco más y exclamó a gran voz: ¡Mientras sujetas su cuerpo no puedes cargar una bala para disparar...! ¿Que te parece una tregua momentánea?, yo te dejo ir, y tu dejas a mi compañero herido...
Esperé a que se acercara lo suficiente después de oír sus palabras, para por fin con toda mi fuerza sostener la cabeza de su compañero, rompiendo así su cuello al lado derecho.
—¡Disparar no es la única opción para acabar el trabajo, las manos también son buena opción para matar! —le grité burlesco riendo —¡Mira, que no soy yo el apresurado en morir!
—¡Eso va en contra de las reglas! —gritó colérico, apuntando el arma hacia mí cabeza, con toda intención de disparar, y declaró —¡eres hombre muerto!
Su rostro mostraba su enojo, peor ambos sabíamos que ya era tarde para descargarlo contra mi persona
Insinuando la situación, me di la vuelta y dije con gran alarde:
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Extraño Mi Cordura
Teen FictionEn el abrazo enmarañado del destino, dos almas errantes se entrelazan en un vaivén de incertidumbres y anhelos. El hilo inquebrantable del tiempo teje sus vidas en el lienzo de la existencia, fusionando sus caminos en un intricado entramado de emoci...