¿Miedo?

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Las criaturas que encarnan el terror anhelan prolongar su danza en los recovecos de mi mente, eclipsando la tenue luz que se filtra a través de la densa penumbra. Al borde mismo del abismo, siento que me encuentro a punto de alzar el vuelo, anhelando cada oleada de emoción intensa, sin temor alguno de desafiar a la propia muerte si esta entrega un deleite inefable.

Este viaje hacia la frontera misma de la oscuridad me ha permitido deslizarme con facilidad hacia las garras de la obsesión, y sin embargo, no me atrevo a interrumpir su soliloquio; dejo que sus palabras fluyan libremente, como un torrente incontenible de pensamientos. Mientras tanto, él irrumpió con arrogancia y lágrimas sencillas, una paradoja de emociones que añaden una dimensión fascinante a la narrativa.

Mi obsesión por la observación minuciosa y la entrega sumisa ha evolucionado, adquiriendo una selectividad exquisita mediante el uso de sustancias alucinógenas; sus lamentos y alaridos se transforman en una sinfonía que resuena con dulzura en los oídos de mi criterio. La panorámica de mi camino se sume en sombras cada vez más densas a medida que despierto recuerdos olvidados, como fragmentos de un sueño retomando su lugar en la trama de mi existencia.

La euforia que sentí con ese recuerdo distorsionado fue más que suficiente para hacerme pensar a lo largo de los años: "Quiero despertar".

¿Debería decirlo?

Ahora me doy cuenta de que una buena parte de ese sueño era verdad, pero la mayoría eran falsedades que yo mismo deseaba creer.

¿Cómo llegué a creer eso?

¿Enfocas tu mirada en tu propia locura o en la locura del mundo? Ambas son suficientes para sumergirme con gusto y dejarme dudando al final. ¿Te arrepientes? No, solo estoy lleno de dudas.

Solo soy un extraño para Antonella, Antonella y yo somos solo dos extraños tratando de escapar del único lugar que conocemos. Y solo estamos unidos por una simple prueba de compatibilidad.

El plan avanza y las cosas parecen progresar bien; avanzamos en el loco plan de buscar a mi querida y malvada Emma.

"Pronto nos veremos", pensé.

Pero el "pronto" se convirtió en años...

SECUESTRO Y NUEVA LUZ.

A la mañana siguiente, mi padre aún no había regresado, y el El médico que había estado a mi servicio yacía sin vida en la bañera, cumpliendo su papel en el esquema meticulosamente trazado. Solo quedaba una pieza por encajar en esta intrincada obra: la rehén. Mis pasos me llevaron al exterior de la residencia al filo de las cuatro de la mañana, y como había previsto, me topé con Clarice, a punto de encaminarse hacia el corazón de la ciudad

—Hola, Clarice. ¿Cómo has estado? —le hablé por primera vez en mucho tiempo, tratando de captar su atención.

—B... bien —respondió tímidamente, sin mirarme a los ojos.

Su reacción no me sorprendió; ella siempre había sido tímida, y obviamente, no necesitaba fingir que no lo notaba.

—¿Te gustaría que conversáramos? Me he sentido solo y, considerando que eres la persona más cercana a mí...

—Está bien —aceptó sin titubeos, corroborando lo que Antonella había señalado. ¿Quién, sino aquellos que arrastraban sus sombras más profundas, acudirían a dialogar con alguien como yo?

—¿Te importaría que lo hiciéramos en mi hogar? —propuse, insinuando una sonrisa apenas perceptible en mi semblante.

—Somos vecinos; no veo impedimento —respondió en tono apenas audible.

Extraño Mi CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora