Nunca he sabido nada

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La verdad, cual bajo resplandor de una agonizante llama se da a conocer. La creciente duda en la compañía que mis problemas mentales van hacia lo extraño del razonamiento humano; llegando a parecer simples desechos. Mi comportamiento naturalmente se ve afectado, y claramente no es necesario que me lo hagas conocer. ¡No me hables de ello!

No conoces ni la mitad de mí.

Lo entiendo, ¿piensas que solo quiero parecer interesante?

Millones de hechos han quedado a ser simples mentiras. ¿Dime, nunca he sabido nada? No; mejor no lo hagas.

No soy tan tonto para no darme cuenta yo mismo. ¿Lo entiendes?

Cada paso que he dado hacia el futuro que parecía ser mejor, resultó ser una pérdida total de energía y tiempo. ¿Qué sacrificio me ha dolido más? He llegado a una decisión que no estoy preparado para llevar.

¿Qué me llevará arriba?

Espera por mí.

18:36 p.m NUNCA HE SABIDO NADA.

—¿Estas jugando conmigo? ¿cierto? —dije sin querer creer nada de lo que ella había dicho.

—¿En el RCUM te dijeron que el mundo estaba destruido? —inquirio mirándome con la mirada que más odiaba, esa mirada con la que todos me miraban.

¡No estoy loco! —grité sin saber porque había dicho "no estoy loco".

—Tranquilo, respira; te estás alterando mucho —dijo tratando de tranquilizarme.

—¡No me toques!

Extraño mí Cordura.

—¿Qué paso? —solté en voz alta.

Irremisiblemente me había desmayado por un largo tiempo, y al momento de despertar, no logrando ver bien; ví a Antonella frente mío.

—Me preocupé, pensé que algo malo te iba a suceder... ella dijo que estabas bien; pero aún así me preocupé. Pensé que te perdería...

—Antonella, está bien no sigas. ¿Por qué estoy aquí? —pregunté, mirando su rostro, el único que conocia fuera del RCUM. Afuera donde nada estaba destruido.

—Ahora todo esta bien —dijo Antonella poniendo sus manos en mi rostro, y con una mirada de dulzura lo acariciaba —temia, no; más bien odié el hecho de no volver a verte.

—No seria feliz. No seria feliz si viera a más personas andando como si nada hubiera pasado. Seguramente acabaría conmigo... —dije tratando de sentarme.

Quedé sentado en la cama, observando lo distante del nuevo panorama en comparación con el anterior. Entonces abrí los ojos los más que podía, y observé la habitación donde me encontraba. Había muchos cuadros pegados, y a través de la ventana se podía observar la luz solar alumbrando todo lo que logrará alcanzar. Verdad, ahora mi cuerpo cubierto también estaba envuelto en la luz que lograba filtrarse a través de la ventana con la cortina no muy bien cerrada.

En vez de un olor a medicina y cloro, en la habitación reinaba un olor dulce y delicioso, y además había mucho color de esquina a esquina.

En el RCUM, desde que el reloj marcaba las cuatro de la mañana, debía hacer seguir todos los horarios hasta que por llegara la hora de dormir. Ahora el reloj al lado mío daba las 9:13 a.m, y yo aún estaba en la cama sentado.

—No lo sé, solo recuerdo que desperté y no estabas. Me alteré demasiado; pero ella dijo que estabas bien.

—¡La vieja loca dijo que estaba bien! —dije sarcásticamente

Extraño Mi CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora