Bonitas mentiras parte dos

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Entramos la señora Angélica y yo a la mansión, pasando el umbral hasta llegar a las escaleras. La cercanía de ambos parecía la de siempre, pero algo se sentía fuera de lugar; de algún modo algo estaba mal entre ambos y se sentía más en el pesado ambiente dentro de la mansión.

Una relación hermosa lucia horrible, y solo hacia falta ver la distancia y las miradas entre ambos. Mi vacilación al momento de remediar el agujero que se hacía más grande fue un factor importante para quedar así.

Al entrar Antonella no estaba a plena vista, por lo tanto decidí preguntar sobre ella.

-¿Y Antonella?

-Ah... cierto; no te lo había dicho -respondió la señora Angélica, tomándose un pequeña pausa para tomarme una foto -. Ella me pido expresamente que cuando te viera en cualquier estado te tomará una foto y se la mandara.

-¿Y eso porque? -le interrogué, avanzando a la habitación que compartía con Antonella, mientras por mi detrás la señora Angélica aún seguía manteniendo la distancia.

A pesar de que la mansión contaba con muchas habitaciones, Antonella había insistido en quedarse conmigo en una sola habitación. En un principio mostré una negativa a esa petición, no obstante después de varios días de ruego y ruego, finalmente terminé accediendo.

-No me explicó demasiado, solo se puso a llorar mientras se sujetaba la cabeza sentada en una esquina de la habitación. Debes saber que estaba totalmente alterada e incluso se negaba a mirarme -respondió la señora Angélica aún mientras caminábamos directo a la habitación mía.

-Señora, podría dejar que yo entre a hablar a solas con Antonella -pregunté -muy sencillamente siento que debo ser yo quien ella vea primero, y preferiblemente a solas.

-Te entiendo -expresó, dejándome a medio camino de la habitación, yéndose ella para otra dirección.

Ya a un metro y medio de la puerta, me detuve abruptamente. Sentí que no podía dar un paso más y terminé incándome de rodillas mientras respiraba agitado. Imágenes felices de Greg pasaron fugazmente por mi cabeza, y poco a poco se tiñeron de manchas de sangre salpicada por todos lados, y sobre el suelo finalmente terminé visualizando en enorme charco de sangre. Contuve un poco mi respiración y golpeé como un maniático el suelo. Estuve unos minutos en el suelo golpeando y golpeando e incluso ante mi propia sorpresa, terminé recostándome en el suelo. Impresionado por mi propia actitud, aparte la vista del techo, y con mucha dificultad me puse de pie; apoyado en la pared más cercana, y al cabo de unos minutos un pensamiento se me vino a la cabeza; nuevamente volviendo a caminar.

Ya en la puerta, oí claramente unos sollozos provenientes de Antonella, y sin tardar más, decidí tocar tres veces, y al no obtener respuesta solté unas palabras.

-¿Cuánto tiempo esperaste mi llegada?

Esas pocas palabras fueron suficientes para tener frente mío a Antonella.

Ella saltó desde un rincón de la habitación, y prontamente estuvo frente mío, mostrando una cara exigente.

-¿Porqué...? -soltó sin despegar la vista de mí.

Confundido por su rostro completamente furioso, traté de hacer contacto visual con sus ojos; pero obtuve de parte suya una aversión.

-Estoy jodidamente asustado aunque mi rostro no lo refleje -le expliqué, adentrándome a la habitación -Solo quiero un poco más de tiempo ...

-No eres bueno... -me dijo al rato que avanzaba hasta terminar en un abrazo conmigo.

Me sentí sorprendido de mi mismo al no romper su abrazo; como si le faltara algo a mi propia esencia.

Extraño Mi CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora