¿Piedad?

238 162 116
                                    

Las mujeres son difíciles de entender, parecen de otro mundo completamente diferente al mío. ¿Será que viven en un mundo diferente?, o talvez ¿piensan diferente a mí?

Misteriosas como las estrellas en la vastedad del firmamento, parecen danzar al compás de un universo ajeno al mío. ¿Acaso habitan en una dimensión distinta, tejiendo sueños en telares de constelaciones? ¿O acaso sus pensamientos fluyen como arroyos de luz, divergentes de los míos en una sinfonía secreta? Cada gesto, cada mirada, es una pincelada en un cuadro enigmático, donde las sombras y luces se entrelazan en un juego de percepciones que escapa a mi comprensión. Como un explorador perdido en un bosque de enigmas, me adentro con cautela en este territorio desconocido, buscando desentrañar los secretos que yacen en el corazón de lo femenino.

Emma y Antonella son dos chicas muy diferentes entre sí pero iguales de alguna manera.

Me sigo aferrando a tu vida.

En este instante, anhelo abrazar al odio, permitir que sus garras me envuelvan y así diluir con mayor serenidad la amarga pérdida que has dejado a tu paso. ¿Cómo es que la posibilidad del odio se me antoja como un refugio? ¿Cómo es posible que en tu ausencia, el universo que habitas continúe girando ajeno a mi dolor? Mientras cada día y noche mi alma se retuerce en la agonía de tu partida, una triste melodía resuena en mi ser, como un eco incesante de las penas que cargué por un error que lleva tu nombre. Ni siquiera los antidepresivos han logrado aliviar el vendaval de emociones que me consume.

Y sé, oh, sé que quizás también padeces en silencio, en algún rincón recóndito de tu existencia. ¿Acaso sufres en la medida en que yo lo hago? En los recovecos de mi sueño, emerges con risas y amor, compartiendo tu ser con otro, uno que no soy yo. ¿Es acaso el mismo joven que robó de mis labios el primer beso, aquel que ahora ocupa tu corazón? Te imploro, dame una respuesta a este tormento que me consume, mi querida y enigmática Emma. ¿Es él la razón de tu sonrisa y de mi desvelo?

¿Dime si también omites una sonrisa en su presencia?

¡te odio y te amo! pero todo cambiará cuando te encuentre, y si estás con otro ¡TE MATARÉ! Eso es la piedad que puedo ofrecerte

No puedo salir a flote, sé que aún no se nadar.

Me ofreces ir a buscar a Emma; y no sé cómo responder.

Me ofreces amor; y no sé cómo reaccionar.

¿Porqué le ofreces amor a alguien que no sabe si alguna vez volverá a amar?

Eres tan patética e ingenua, ¿no lo crees Antonella?

Es para mí una alegría única e interminable el pensar en un reencuentro de tres.

Los recuerdos al pensar en tu nombre brotan como la sangre de una puñalada, y el dolor de la víctima se asemeja al dolor que siento por ti ¿Cuantas veces he sido cortado por un bisturí, y cuantas veces fui dañado por ti? ¿Hay muy grande diferencia?

Quisiera mostrarte que no soy tan patético para ceder de nuevo a desaparecer . Te lo haré saber, te haré conocer la sensación de mi desahogo. Tú no tienes el derecho de tomar mi vida. Quiero estar absuelto de toda culpa.

—Antonella, ¿cuál es el plan? —le pregunté mirando su perdida mirada —¿me ofreciste sacarme de aquí sin saber cómo?

—Realmente no tenía un plan, solo lo dije por decir; eso es todo —respondió parándose inmediatamente y acercandose a mí.

—Y si no tienes un plan, ¿porque dijiste; vamos a buscarla? —inquirí enojado, retrocediendo lo más que podía. Alejándome de ella.

No puedo sentir pena por ellos, no puedo volver a casa y hallar que ella tiene nuevos moradores, y felices se regocijan de encontrar a alguien más que cuidar. Tu dices por siempre, y yo digo hasta que ya no pueda tolerarlo.

Extraño Mi CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora