S I E T E

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Carmel, Indiana
Abril de 2003  

Llevo sentada contra la cabecera aproximadamente quince minutos. Muy poco para tener diez llamadas sin contestar de Jaxon.

El móvil no me ha dejado de sonar y no lo he tomado a pesar de tenerlo al lado. No sé en qué se ha convertido todo esto del distanciamiento, pero imaginarme a Jaxon perdiendo la cabeza me hace sentir mejor.

Probablemente esté mal, pero me reconforta.

Quizás luego de esto nada va a volver a ser lo que fue, y duele, pero supongo que no fui yo quien lo jodió. Eso creo.

Tomo el móvil para revisarlo, pero nuevamente la pantalla se nubla de una llamada. Me quedo mirando la foto de nosotros en Montana que le había puesto a su contacto. Me empapa la nostalgia y casi al último pitido decido contestar.

—No te recordaba tan fastidioso, Jaxon.

Gruñe. —¿Estoy preocupado y me llamas fastidioso?

Esbozo una pequeña sonrisa cuando lo admite.

—Bueno, estoy perfectamente. Ahora, ¿Me dejas descansar? Me duele la cabeza.

—Claire... —suspira—, sé que estás molesta. Pero creí que habíamos quedado en que nada influiría.

Suspiro con pesadez. —Lo sé.

Hemos hablado por mensajes toda la semana. Jaxon me había pedido dejar el tema de lado, supongo se refirió a sanar en Indiana por mi cuenta, pero no cambiar nuestra amistad.

Por supuesto que no está sirviendo de nada.

—Claire, no quiero perderte.

Aprieto el móvil con fuerza sin querer. Probablemente mis dedos estén blancos. Hace dos semanas esas palabras no habrían hecho tanto desastre conmigo por dentro, pero ahora, ahora siento el pecho apretujado. Supongo es porque yo tampoco quiero eso.

—Jax... quiero descansar —suspiro con pesadez—. Voy a colgar. Hablamos luego.

Escucho su respiración unos segundos. Suelta una exhalación por la nariz.

—De acuerdo.

Cinco minutos después, estoy bajo el chorro de agua.

Las lágrimas se me han mezclado con el agua y la presión en el pecho todavía sigue. Hay dos sensaciones matándome ahora; la primera es el arrepentimiento de haber dicho lo que sentía. La segunda es que he comenzado a asumir que Jax y Claire no existe más. No como antes. Y duele.

La garganta me arde cuando grito. No me importa si mamá me escucha ahora mismo. De hecho, un consejo suyo me vendría bien. La puerta suena y ni siquiera me inmuto.

—¿Claire? —es Harper— Oye, soy yo. ¿Estás bien? ¿Claire?

—Estoy bien. Sólo... —me tiembla la voz.

—Mamá está en el jardín. No te ha escuchado —me dice—. ¿Quieres que te espere?

Niego con la cabeza y el rostro se me contrae por las lágrimas. La voz ya no me sale.

—Iré a tu cuarto, ¿Sí? Vamos a hablar —asiento, aunque sé que no puede verme.

Veo que su sombra desaparece de su puerta que da al baño y suspiro. Me apresuro a terminar de ducharme y cuando abro la puerta, efectivamente Harper está ahí, sentada en mi cama y ha cerrado la puerta. Se pone de pie y tira de mis hombros para abrazarme y cierro los ojos cuando lo hace. Justo ahora parecen papeles invertidos. Harper siempre se ha visto como la mayor entre las dos.

—¿Estás bien? —asiento. Tengo la barbilla en su hombro— No me mientas, Claire. Dime qué ha pasado.

—He hablado con Jax esta mañana —murmuro—. Le echo mucho de menos, Harper.

No responde nada por varios segundos mientras se dedica a acariciarme el cabello.

—Estoy comenzando a preocuparme mucho por ti — su voz es suave. Maternal como de costumbre, más bien—. ¿Hay algo que pueda hacer? Es que no quiero agobiarte tratando de despistarte. Tampoco puedo contarle a mamá —suspira—. Siento que debería saberlo. Ella sabría qué decirte, Claire.

—También quisiera decirle —me toma de los hombros y me aparta.

—Entonces díselo. Sonará un poco insensible, pero la noticia le haría feliz de cierto modo, como no hay más remedio que te quedes...

—Es que tampoco puedo quedarme, no quiero ilusionarla.

—Qué va, no. Si es por trabajo puedo ayudarte.

—Harper, es que tengo una vida hecha —le digo—. En Nashville, ¿Sabes? Con Jaxon.

Chasquea la lengua. Camina de espaldas hasta caer en la cama y me palmea el colchón.

—¿Y qué vida es esa? Sé que no quieres volver —me dice—. Además, ¿De qué vida hablas? ¿Acaso no pensabas dejarle algún día? ¿Qué pasó con tus sueños?. Tienes veintisiete años y Jaxon veintinueve. ¿Qué harás cuando tengas treinta y tres y descubras que nunca hiciste nada para ti porque pasaste toda tu vida al lado de tu mejor amigo andando a la deriva? —me mira afligida— O peor. ¿Qué harás cuando un día, Jaxon llegue a casa y te cuente que ha encontrado a alguien? Si no está enamorado de ti, se enamorará de alguien más. ¿Qué será de ti en ese entonces, Claire?

Sus cejas se contraen y me acaricia la espalda.

—Soy tu hermana, Claire. Todo esto es muy injusto y aunque no lo quieras escuchar, sabes que soy la única dispuesta a decirte las cosas con honestidad.

—¿Crees que siempre he ido detrás de Jaxon? — susurro, probablemente dándole giro al tema— Quiero decir, ¿Crees que todos estos años no he tenido una vida, sino que he hecho lo que Jaxon quería?

—No es eso lo que...

—Porque ahora que lo pienso, eso es lo que parece —admito—. De seguro nunca lo noté y todo era parte de mi negación a mis sentimientos, no lo sé. Veía todo como una buena idea.

—Oye, no —me toma de los hombros—. Tu vida. Tus... aventuras con Jaxon han sido memorables. Mi punto es, que ya ha sido mucho y eres una adulta. No quiero que desperdicies tu vida a su lado esperando que cambie de opinión cuando puedes empezar una nueva. Aquí.

—Lo sé —la miro—. Eso me lo dije un par de veces. No pienso vivir toda mi vida junto a él. Compartiendo un hogar, liándonos con distintas personas, es sólo que... —muevo mis hombros—, siento que nos falta más camino por recorrer.

—A veces las cosas acaban antes de tiempo y eso está bien —me dice—. Esto no es tu culpa. Yo sólo quiero que tengas una vida propia. Todos tus recuerdos no van más allá de Jaxon. Y Claire —la miro—, si esto es un desastre no es por ti.

Eso también me lo he dicho un par de veces. Asiento con la cabeza. Sus palabras son latigazos en mi piel, pero quiero creer que quizás tenga la razón.

—La decisión que tomes estará bien. Tienes tres semanas para pensarlo y Jaxon tres semanas para retractarse. Ya sabrás qué es lo mejor para ti.

Comienzo a asentir otra vez. Me quedo pensativa unos segundos y luego alzo la mirada hacia Harper.

—Gracias por soportar tanto drama —esboza una sonrisa.

—Es lo más interesante que me ha pasado en mucho tiempo —me atrae hacia ella—. Dame un abrazo. Deja la cara de velorio para después —siento cómo besa mi cabello—. Te quiero.

Miro el suelo, rememorando todo lo que ha dicho y no miento, recordando cada momento con Jaxon como si fuese una cinta de casete. Presiono los labios con aflicción.

—También yo.

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