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Carmel, Indiana
Diciembre de 2005

Ahora mismo mamá está de visita. Ha dejado que todos pasen a verme primero, supongo que lo ha hecho para prepararse antes de verme en este estado tan deplorable.

Incluso me cuesta a mí misma mirarme así.

La asistente social ha tenido una larga conversación con mi familia, principalmente con Oliver luego de lo que sucedió hace un par de horas. Los movimientos del cuerpo son completamente involuntarios, no significan nada en específico, pero Oliver se ha desquiciado al aferrarse totalmente a la idea de que, de haber intervenido, yo habría despertado. Lo cual es una locura, pero sólo es su cerebro bloqueado de tanta bruma. No es su culpa.

Cada pequeña señal es una esperanza a la que aferrarse.

Hannah viene entrando al hospital cuando mamá sale de la habitación. Oliver le abraza con fuerza en cuanto la ve en el pasillo.

—¿Cómo está? He tratado de llegar lo más rápido posible.

—No te preocupes —le dice—. Está... en realidad, no sé cómo está. Estable, supongo.

Hannah asiente. —Todo va a estar bien, ¿Cuándo podremos verla?

—Justo ahora es hora de visitas —le dice mamá—. Deberías ir con Oliver. De seguro le alegrará saber que están aquí.

Hay una pesadumbre en la sala de espera que es totalmente palpable; es desesperanza. Y el sentimiento me duele incluso a mí.

Jaxon sigue sin aparecer. Nadie lo menciona y dudo que alguien le interesa que esté o no aquí para las visitas y por alguna razón eso me hace sentir lástima por él. Siente el mundo encima con la situación, lo sé, y ahora parece que realmente mi familia está en su contra, ¿Cómo puede sentirse eso? Insoportablemente mal, supongo.

—Hola, guapísima —me saluda Hannah, como si acabáramos de encontrarnos de casualidad en alguna tienda—. Lamento llegar hasta ahora, he hecho lo posible por viajar hasta acá —Hannah mira a Oliver unos segundos después. Tal y como si yo estuviese viéndolos su expresión cambia, ahora se mira horrorizada cuando gira hacia él—. ¿Qué demonios fue lo que pasó?

Oliver sacude la cabeza. —No lo sabemos exactamente. Dicen que no respetó el alto y el camión se la llevó en el camino. Su cuerpo quedó fuera del auto por el impacto.

—Por Dios —susurra, girándose hacia mí.

—No saben si va a despertar, tampoco saben si va a resistir. Esto es una mierda, Hannah.

—Oye, hay que ser optimistas —su tono es fuerte—. Está aquí, sigue aquí. Claire es fuerte —dice—. Ella va a volver.

Oliver asiente, no muy convencido, pero lo hace. La sala de la UCI está inundada de silencio, de no ser por los pitidos constantes sería ensordecedor estar aquí.

—¿Crees que ella decide? —pregunta Hannah, luego de un largo silencio— Quiero decir, la que tiene el control.

Oliver se encoge de hombros. —Creo que es ella quien lleva la batuta. La decisión que quiera tomar estará bien, sólo quisiera que fuese la menos dolorosa.

Hannah asiente. —También me gusta pensar que son ellos quienes llevan la batuta. Cuando falleció mi abuelo y me dijeron que había sido su decisión luego de tantos días en el hospital no lo entendí, pero ahora lo comprendo. Siempre llevamos el control —Hannah me acaricia el cabello con delicadeza y sonríe con aflicción—. Sé que ella lo sabe, pero tiene que regresar —su voz tiembla—. Su vida no puede terminarse así.

—Es mejor no abrumarla —le dice Oliver, con la voz atorada en la garganta—. No hay que hacerle sentir mal por su decisión, el querer irse o querer volver es cosa de ella, Hannah. Lo único que podemos hacer es estar unidos para cuando se decida.

—Siempre la apoyas —admite—. Siempre estás ahí para, Claire. Eso no ha cambiado ni siquiera ahora —lo mira. Su expresión vacila un poco hasta mirarle con tristeza—. Ojalá se hubiese quedado contigo y no con él.

Las palabras de Hannah son como balas. Lo siento yo y sé que Oliver también lo siente.

A mí también me hubiese gustado quedarme con él.

—La hora de visita se ha acabado —les informa Grace, entrando a la UCI. Ya no se ve tan agotada—. Necesito revisarla, podrán volver mañana.

Ambos asienten. Luego salen de la UCI al despedirse de mí. Grace me sonríe y me acaricia el cabello con delicadeza.

—¿Cómo estás, bonita?



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