Carmel, Indiana
Diciembre de 2005Ya se han cumplido las veinticuatro horas, quizás ya vayan treinta y seis en total hasta ahora. No sé qué pensar al respecto porque no ha habido mejoría y según la trabajadora social, las veinticuatro son cruciales.
Y yo sigo sin dar indicios de querer volver.
Hay más de quince personas en la sala de espera ahora mismo; algunos son familia, compañeros de trabajo, amigos de mamá e incluso amigos de Jaxon con los que alguna vez fuimos a cenar. Me pregunto si el restaurante lo han cerrado por mi accidente.
Mamá me ha visitado esta mañana junto a Harper. Se veían agotadas. Todos en realidad, sin excepción. Según dijo Harper, Oliver se ha ido a duchar y comer, pero volverá pronto para venir a verme. Hannah sigue en la sala de espera con mi familia y sus compañeros de trabajo.
Cuando Jaxon entra a la UCI y me divisa su rostro palidece y traga grueso. Tiene los ojos caídos y se mira exhausto y culpable. Supongo que no es para menos. Al cabo de unos segundos respira profundo y se acerca a mí.
Toma la silla que nadie ha usado y se sienta después de acercarla a la orilla de la camilla. Me coge la mano con delicadeza. Sus cejas se contraen.
—Estás helada, Claire —me dice, intentando pasarme el calor de las suyas. Sus labios tiran de una fugaz sonrisa, como si hubiese recordado algo—. ¿Sabes? Acabo de recordar la noche en Montana cuando corrimos bajo la lluvia. Llegamos helados y te dije exactamente lo mismo; que tenías las manos heladas.
La sonrisa que tiene se desvanece. Sus labios tiemblan junto con su barbilla y una lágrima se desliza por su mejilla. Finalmente inclina la cabeza y pega mi mano a su frente mientras solloza.
Nunca le había visto más derrotado.
Jaxon balbucea una y otra vez que regrese, también susurra "Por favor, por favor, Claire, te lo suplico" muchas más veces de las que puedo contar hasta que se detiene y me mira.
Tiene las pestañas húmedas e intenta controlarse aguantándose el llanto.
—No nos hagas esto —me pide—. No me hagas esto a mí.
Su voz se quiebra. Su pulgar acaricia mi mano e intento sentir algo, pero nada. No hay nada.
—Escucha —me dice—. Por lo que más quieras, por favor vuelve. No hay palabras para lo que te ha pasado, no hay nada bueno en esto, Claire. Y sé que he cometido muchos errores, no voy a pedirte que me perdones si regresas, sólo quiero que lo hagas. Sólo quiero que regreses y me odies si es lo que deseas, pero vuelve. Por favor.
Sus ojos están mirándome fijamente. Desde aquí escucho su mente gritándome que despierte, pero no lo hago.
—Es jodidamente doloroso pensar que tu vida acabe ahora, así, y que sea mi culpa. Sé perfectamente que ya no puedo arreglarlo, ni siquiera si despiertas, así que te prometo que haré lo que me pidas, Claire. Me iré lejos, no volveré a buscarte ni volverás a saber de mí, lo prometo, Claire, lo prometo. Sólo...por favor, no me hagas esto.
Su cuerpo se desploma y solloza tan fuerte que él mismo se cubre la boca para no hacer ruido. Cierra los ojos y respira antes de hablar.
—Todavía está la esperanza de que dejes de usar el respirador. Se cree que sólo estás sedada y exhausta de la operación que te han hecho hace poco, así que no se puede confirmar que estés en coma ahora. Y eso es bueno, Claire, porque podrías despertar. Podrías hacerlo si luchas por ello.
Parece darse cuenta de sus palabras porque cierra los ojos y suspira con frustración.
—Lo siento, no tengo derecho alguno de pedirte alguna cosa ahora —me dice—. Siento mucho que lo último que te dije con vida no haya sido lo mucho que te amo, Claire. Te amo, lo hago, demasiado. Más de lo que puedo explicar —su voz se quiebra—. Me hacías tanto bien y tan feliz que no supe qué hacer con tanto y lo arruiné. Nos arruiné la vida, Claire, porque a partir de ahora tienes la mitad de mi alma contigo. Y si no regresas, yo tampoco lo haré.
Se queda en silencio luego de eso, pero al cabo de unos segundos parece recordar algo importante. Se mete la mano en uno de los bolsillos de su pantalón y saca un collar que reconozco inmediatamente.
Jaxon sonríe mientras lo mira balancearse de un lado a otro, luego me mira. —Lo he tenido guardado desde que me lo tiraste —suelta el clip del collar y me lo pone—. Podría quedármelo, pero es tuyo.
Cuando dice la última palabra vuelve a quedarse en silencio, es como si ya no tuviese nada que decir. Jaxon inclina la cabeza y llora. Hay algo en mi cuerpo que se activa y siento que no quiero escucharle más.
Hay mucho ruido ahora. Los monitores han comenzado a pitar descontrolados y Jaxon brinca de la silla debido al susto.
Dos enfermeras, entre ellas Grace, entran enseguida. La morena monitorea los constantes vitales y me revisa. Mira a Grace asustada.—Presión sanguínea cayendo —le dice. Grace le regresa la mirada.
—Tiene taquicardia. ¡Le va a dar un infarto!
Están tan ocupadas conmigo que se olvidan de que Jaxon se encuentra mirándolo todo. Una enfermera más entra a la UCI y le toma del brazo.
—Salga de aquí, por favor. La están interviniendo, tiene que estar afuera —tira de él con sutileza a pesar de la situación. Jaxon está tan anonadado que sólo camina por inercia, ni siquiera parpadea.
—¿Qué ha pasado? —pregunta la enfermera a Grace.
—No lo sé, llamen al doctor. ¡Rápido!
Código azul en cuidados intensivos. Se oye por megafonía.
Grace intenta mantenerme con vida mientras esperan al equipo médico. Las máquinas aturden. Casi dos minutos después un doctor canoso y regordete entra corriendo a la UCI. Se quita el estetoscopio y sin más me levanta la bata luego de quitar la sábana de encima. Estoy denuda ahora y sus manos me presionan el estómago.
Mira a las enfermeras con preocupación. —Abdomen endurecido. ¿La han operado?
—Hace unas horas. Cirugía y una esplenectomía.
El doctor asiente. —Debe ser una hemorragia interna de intestino perforado. ¿Qué le pasó?
—Accidente de tránsito —le dice Grace, el doctor vuelve a asentir.
—Hay que llevarla al quirófano. Tiene taquicardia y neumotórax. Llévenla ¡Ahora!
La enfermera llama a un par de camilleros para que me trasladen. El doctor me baja la bata y las enfermeras me desconectan los catéteres y me meten un tubo por la garganta.
Luego de eso, me llevan corriendo al quirófano.
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Más allá de Nosotros
ChickLitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...