N O V I E M B R E, 1 9 9 9

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Helena, Montana
Noviembre de 1999

Ese día nos había cogido la noche y la llovizna helada y fuerte de Montana.

Jax nos había conseguido entradas para un concierto de sinfónica en el teatro cerca de la plaza y el cine, pero cuando la función se acabó nos envolvimos en un lío. Todavía no teníamos un auto y mientras debatíamos bajo el pequeño techo en la acera qué íbamos a hacer, ya el agua había alcanzado a mojarnos hasta las rodillas.

Fue entonces cuando decidimos echar a correr.

—¡Para! ¡No puedo!

—Nos falta una cuadra, Claire. Vamos —Jax apretó mi mano entrelazada a la suya y tiró fuerte de mí para impedirme detener.

Recorrimos casi cinco manzanas corriendo bajo la lluvia. Mis piernas palpitaban al momento de parar y llegar a casa.
Jaxon no dejaba de reír mientras se ahogaba con la falta de aire y cuando el frío le caló los huesos se comenzó a desvestir. Me señaló.

—Quítate esa ropa y busca una de mis camisetas.

Asentí. Los dientes comenzaban a castañearme.

Nos desvestimos frente al otro y cuando me hube puesto su camiseta y uno de sus pantalones para dormir y Jax se puso puesto ropa seca, nos metimos a la cama. Pasó su brazo detrás de mis hombros y me atrajo hacia él. No dejaba de besarme en el cabello mojado.

—Mierda, Claire. Estás temblando —sobó mi brazo.

—Tremendo aguacero nos hemos llevado. De seguro que mañana amanezco enferma.

—Tampoco hay que ser tan negativos —me dijo—. Tienes las manos heladas. ¿Quieres que prepare algo caliente?

Sacudí la cabeza antes de acurrucarme más hacia él. —Estoy bien, sólo abrázame.

—Claro —acomodó la sábana para cubrirme un poco más y tomó una de mis manos para ayudarme a entrar en calor—. ¿Te ha gustado el concierto?

Asentí. —No ha estado tan mal, pero disfruto más los tuyos.

Sus labios dibujaron una sonrisa. —Entonces los haré más seguido.

Jaxon tocaba para mí casi todas las noches. Era una rutina que esperaba siguiese allí porque yo tenía un secreto; lejos de amar como tocaba, me hacía feliz verle hacer lo que a él le hacía feliz. Supuse que de eso se trataba el amor.

—¿Jax? —alcé la vista— ¿Qué sientes cuando tocas?

—¿Qué siento cuando toco? —Jaxon se quedó mirando a la ventana pensativo. Yo me quedé perdida en el gesto de sus dientes mordiendo por dentro su labio hasta que tomó mi mano y la sacó de la cobija— Lejos de sentir paz de hacer lo que tanto me gusta, lo siento aquí —dijo, tocando las yemas de mis dedos—. Lo siento en la punta de mis dedos y la sensación se queda ahí por horas y horas. También se siente aquí —se pasó la mano por el pecho—. De seguro lo entiendes.

—En realidad, no —me sinceré—. La astrología no se compara con lo que haces, pero en el tema de la pasión creo que lo comprendo —le dije—. Suena como cuando estás enamorado si lo dices de ese modo, ¿Sabes?

—Bueno, con eso dudo que tenga algo que aportar. Nunca me he enamorado.

—¿Nunca?

Me miró. —Nunca.

No era la primera vez que lo mencionaba, pero sí la primera que el tema no era de pasada.

—Bueno, yo tampoco —le dije—, pero en la secundaria me llamó la atención un chico. Me ponía muy nerviosa y el corazón me latía fuerte —lo miré—. Vibraciones. Sentía vibraciones en el cuerpo de los nervios y de la... pasión. No lo sé. ¿Eso sientes cuando tocas?

—Eso sentí la primera vez que te vi, Claire.

Sus ojos estaban fijos en los míos y gracias a la luz que entraba por la ventana, la oscuridad no había logrado su trabajo. Aguanté la respiración.

—Y no es un juego. Me llevé una impresión cuando me abriste la puerta.

—¿Te refieres a la toalla?

—Ni siquiera presté atención a ese detalle. Te veía el rostro —paseó sus ojos en él y sonrió—. Y ahora te tengo aquí, como mi compañera. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, eso siento cuando toco —pasó sus nudillos por mi mejilla—. También se siente así cuando tengo una nueva aventura contigo. Es parecida a la euforia, aunque no lo demuestre.

Sonreí. —A veces eres un poco cursi.

—Sólo soy sincero. Me haces feliz —me apretó contra él y suspiré—. No sé cuánto nos dure toda esta locura, pero espero que sea por mucho tiempo.

Ya me había olvidado del frío para cuando Jaxon puso su barbilla en mi cabeza y sobaba mi brazo. La sensación de la que le había hablado ahora la sentía yo. En todo el cuerpo.

—También lo espero, Jax.

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