D I E C I N U E V E

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Carmel, Indiana
Octubre de 2005

Han pasado unos cuantos días desde que vi a Jaxon. No llevo la cuenta porque ya no sé dónde tengo la cabeza ahora. Tampoco quiero darle importancia a la situación.

Hoy no he ido a trabajar. Oliver me ha pedido que me quede y que no me preocupe por el restaurante. De todas formas, no lo hago, el restaurante está en buenas manos siempre que se trate de él o de Hannah. Tampoco tengo ánimos de trabajar hoy, así que he hecho caso sin rechistar.

Cuando entro a la cocina miro mi almuerzo preparado con una nota. Es de Oliver.

Hoy haré la cena. Tenemos muchas cosas qué celebrar.

"Muchas cosas qué celebrar" por ahora no recuerdo ninguna, exceptuando que no celebramos el logro del top uno en el periódico y que Oliver quiera festejar un mes más estando juntos.

Probablemente sean ambas.

Estoy a punto de llevarme el primer bocado cuando el timbre suena. Corro hacia la puerta principal para abrir y quito el seguro pensando que podrían ser Harper o mi madre, con quienes de hecho no he hablado desde el incidente, pero no están ellas del otro lado.

Nadie que yo conozca. Nadie que sea cercano a mí.

Es Jaxon.

Mi cuerpo entero se tensa y se me olvida cómo respirar. Mi corazón golpea fuerte contra las paredes de mi pecho y sus ojos me miran de arriba abajo. Late tan fuerte que lo siento en la garganta y en todo el cuerpo.

Late fuerte porque lo amo.

Late fuerte porque lo odio.

Late fuerte porque le he extrañado mucho.

Supongo es la impresión después de ver a alguien luego de tanto tiempo porque, aunque nos vimos hace tres días, fue un auténtico desastre.

—¿Qué haces aquí? —es lo primero que digo— ¿Quién te ha dado la dirección?

Sus ojos están fijos, no parpadea. Se traga el nudo que tiene en la garganta y se mueve con impaciencia y nervios.

—Hola —me dice—. Yo... sé que...

Suelto una risa irritada. —Otra vez fue mi madre.

—En realidad, fue Harper —me corrige—. Y creí había quedado claro que tu madre no tiene nada que ver en esto.

—Jaxon —le miro con molestia—, ¿Qué haces aquí?

Le duele. Sé que le duele mi indiferencia, pero en realidad no sé si quiero que se quede o que se vaya. Supongo que sólo quiero lo mejor.

—Mira, sé que la otra vez fue un desastre, yo... —suelta un suspiro—, sólo he venido a hablar, Claire. ¿Podemos hablar?

—Jaxon...

—Será rápido lo prometo —insiste—. ¿Me dejas pasar?

Es sólo una petición inofensiva, pero no consigo moverme y a cambio aferro mis dedos a la madera de la puerta. No sé si deba dejarle pasar, esta no es sólo mi casa. Es un hogar; mío y de Oliver. Dudo que la idea de dejarle entrar a Oliver le haga gracia.

Suspiro con cansancio y cierro los ojos un segundo. Luego abro la puerta para que pueda entrar.

Ni siquiera espero por él. Camino con pesadez hasta la cocina y guardo mi almuerzo en el microondas y el jugo en la refri. Jaxon está en la entrada mirándome. De seguro se ha dado cuenta que su presencia me ha cerrado el estómago y ya no quiero comer por su culpa.

Más allá de NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora