A mis veintinueve mi vida terminó.
Recuerdo que muchas veces me pregunté qué sería de mí a los treinta, pero jamás tendré una respuesta.
Luego de mi funeral Jaxon se quedó en mi lápida por horas, pero no dijo ninguna palabra. Sólo se quedó a mi lado, llorando, y recordándonos.
Iba a visitarme todos los días y en las fechas importantes encendía una vela y la dejaba ahí, hasta que alguien más la tomaba o simplemente se echaba a perder. Para navidad ya habían unas seis coleccionadas.
Oliver sólo iba en fechas importantes junto a Hannah. Me dejaban flores, platicaban conmigo y luego se iban a casa. No estaba preocupada por el restaurante, había quedado en buenas manos.
La noticia salió en primera plana y por una semana mantuvieron mi nombre vivo. El restaurante fue decorado con velas aromáticas de eucalipto, mis favoritas, y mis pulseras y cuarzos fueron guardados en un estante de vidrio que Oliver compró junto con la noticia del periódico con el premio del restaurante y una foto mía. La foto del día que abrí el restaurante.
El estante sigue en la entrada del restaurante después de tantos años.
En los primeros meses la bruma era insoportable para todos. Mamá se hacía la fuerte y Harper se apoyaba en ella, Oliver trabajaba mucho para no recordarme demasiado igual que Hannah, pero a Jaxon... a Jaxon le ganó la cabeza antes que el corazón.
El año había sido tan difícil, que al final Jaxon aceptó el destino que quería para él desde que me perdió en el hospital. Y así, a pesar de haber saldado las cuentas con mi familia, no fue suficiente y se marchó. Como yo.
Supongo que yo era su orientación. Y luego me fui, entonces ya no supo qué más hacer o en qué dirección avanzar.
-Ella era la única persona que me hacía sonreír -sollozó Jaxon tirado en el suelo. Estaba ebrio y en casa de Miles, apestaba a alcohol barato y había querido ir a visitarme al cementerio, pero no lo logró-, que me calmaba, me hacía creer que todo estaba bien, que todo iría bien. Ella me daba tanta paz. Y esa persona se ha ido.
-Vamos, amigo, sube a la cama. Tienes que descansar.
-¡No! ¡No! ¡No! ¡Me duele! -su llanto caló cada hueso de Miles y de su esposa. Estaba llorando desde la puerta, viendo como su esposo intentaba calmar a Jaxon- Me tengo que ir con ella. Quiero irme con ella.
Miles tomó a Jaxon por detrás de la cabeza y lo abrazó. Una lágrima traicionera se le escapó, pero no supe si era por Jaxon o porque había llegado a conocerme.
-Has que se detenga, Miles -sollozó Jaxon-. De verdad, ya no puedo. Me duele. Duele mucho. La extraño, la extraño demasiado.
Ese sería el último día que Miles habría abrazado a uno de sus mejores amigos.
Su pérdida había sido un par de semanas antes de año nuevo, había fingido que estaba bien para pasar desapercibido. Luego atentó contra él mismo. Todavía no estaba superada y no esperaba que lo fuera. Mamá lloraba seguido por las noches porque le hacíamos mucha falta y rezaba porque estuviéramos en paz. Yo la veía a veces. Me daban ganas de decirle que yo estaba bien aquí. Ella pedía constantemente por Jaxon. Para ella atentar contra la vida tomaba tiempo en encontrar el camino correcto del otro lado, así que estaba constantemente rezando en su nombre.
Al pasar de los años, creo que todos fueron avanzando. Todos aprendieron a vivir con lo sucedido. Me alegraba que nadie se quedara estancado por nuestra pérdida. Y así, al casi quinto año de perdernos, mamá olvidó la culpa y aceptó la muerte de Jaxon.
Como todos. Y yo estaba bien con eso.
Probablemente Jax, en algún lugar, donde sea que estuviese, también lo estaba.
Canción: Already gone - Sleeping at last
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Más allá de Nosotros
Chick-LitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...