Carmel, Indiana
Segunda semana de enero de 2006Han transcurrido exactamente quince días desde que a mamá le dieron los papeles para desconectarme con toda la información que necesitaba saber.
Mis heridas están sanando, al menos las externas pueden estar seguros de que están mejorando, pero todavía no saben con exactitud que ocurre conmigo por dentro. Y eso es preocupante. Llevo más de un mes en coma.
Mi rostro tiene moretones de colores verdosos y morados. Las puntadas siguen sanando, pero de todos modos sé que si despierto tendré más de una cicatriz en la cara que me recuerde al accidente.
Que me recuerde a Jaxon.
Mi mano está empapada ahora mismo, pero no es mi culpa, sino de Jaxon que está de visita ahora mismo, lagrimeando sobre mí. Es la tercera visita que me hace. Después del infarto no me visitó más. Se metió en la cabeza que mi cuerpo siente rechazo hacia el suyo y que fue su culpa que acabé entrando en coma, cree que me abrumó demasiado. Ahora después de la noticia de desconectarme las visitas han aumentado. Creo que sólo quiere pasar tiempo conmigo antes de que mamá tome una decisión o sea yo misma quien la tome.
La puerta de la habitación que me han asignado se abre. Un Oliver ojeroso, cansado y afligido se deja ver cuando entra. No le hace mucha gracia compartir un espacio tan pequeño con Jaxon, pero no es de los que pierde los estribos a menos de que sea necesario.
—Tú hora de visita se ha terminado —le dice, sin sonar duro con él.
La visita acabó hace cinco minutos, en realidad. Pero Jaxon parece no querer irse de aquí.
—Lo sé, yo ya… —Jaxon se limpia las lágrimas. No termina la frase sino que señala la puerta, pero todavía no sale. Sólo se me queda viendo.
Luego de un largo silencio me besa la frente e intenta salir. Realmente no quiere hacerlo.
—Oye, Jaxon…
—Si vas a decirme lo que todos piensan sobre mí no hace falta —Jaxon se gira hacia Oliver. Todavía está junto a la puerta—. Genevieve me ha dejado claro que tengo la culpa. Voy a vivir toda mi vida con eso, creo que es suficiente.
—Sólo quería decirte que lo siento —la sorpresa en el rostro de Jaxon es evidente, incluso se ríe de forma histérica, pero Oliver no suele gastar bromas. Menos de este tipo—. Tú también perdiste a Claire, no sólo nosotros. No soy un monstruo. No me alimento de tu dolor, a Claire no le gustaría mi comportamiento insensible. No quiero defraudarla.
Su voz flaquea cuando pronuncia la última frase. Oliver jamás quiso defraudarme. Fue el único que lo consiguió.
—La amas —le dice—. La habrías hecho muy feliz.
—Lo sé —responde con seguridad—. ¿Sabes? Claire se convertía en otra persona cuando se trataba de ti —lo mira—. Ella... no lo sé, se iluminaba. Sus ojos brillaban diferente y te miraba como siempre quise que me mirase a mí. Sentía celos de que fuese así porque yo la amaba exactamente del modo que ella esperaba que lo hicieras tú.
La tranquilidad de Oliver es abrumadora. No se esfuerza, su amor por mí lo hace ser esta persona que está frente al tipo por el que su ex novia ahora está en un hospital.
El rostro de Jaxon se contrae y talla sus ojos con su índice y su pulgar para retener las lágrimas.
—Tú la hacías tan...
—¿Miserable? —termina Jaxon por Oliver.
Oliver sacude la cabeza. —Feliz —le dice—. La hacías muy feliz, Jaxon. Siempre voy a estar agradecido por ello.
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Más allá de Nosotros
ChickLitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...