Carmel, Indiana
Abril de 2003Me despedí de Jax en la parada de taxis hace cinco horas, aproximadamente.
Ayer las cosas estuvieron un poco tensas, aunque Jax había actuado normal. Hablaba conmigo y dormimos en la misma cama, incluso me abrazó y creo que eso me lo puso más difícil.
No sé, quizás la tensa era yo nada más.
El domingo cundo hablé con mamá le he dicho que Bill me ha dejado viajar a Carmel a visitarlas hasta el cumpleaños de Harper. Por supuesto no sabe cómo andan las cosas realmente entre Jaxon y yo. Y por supuesto tampoco sabe que he dado mi carta de renuncia ayer por la noche en Yoogy's.
No sé cuánto tiempo me dure la mentira, pero ahora aquí, frente a la puerta de casa de mamá, sé que tengo un mes para pensar en todo lo que está pasando desde este momento.
—¡Claire. cariño!
—Hola, mamá.
Dejo la maleta al pie de las cuantas gradas frente a la puerta y la abrazo.
—¡Cuánto te extrañé!
—También yo, mamá. Mucho —la aprieto contra mí.
No pretendo escucharme necesitada de su calma, pero es exactamente como me he escuchado. Antes de todo el tema con Jaxon, realmente me hacía falta, pero ahora con todo esto, creo que la necesito aún más.
—Harper está por llegar. Vamos, pasa.
Ya no recordaba la casa. Ahora tiene muchos cambios, pues ya no es color blanco hueso casi pastel, sino blanco. Simplemente blanco. Algunos muebles han sido cambiados de lugar y las fotos de papá ya no está en la entrada, sino esparcidas en lugares específicos de la casa y la mayoría cuesta arriba con la escalera.
Sonrío por ello.
—¿Cómo te ha ido con el viaje? ¿Estás cansada? Estoy preparando pasta, pero de seguro Harper pide a domicilio. Nunca come lo que hago.
Suelto una risa. —Pues, es una tonta, porque cocinas delicioso.
Mamá y papá antes discutían por quien hacia la cena o en realidad, cualquier comida del día. Y, para nuestra suerte, ambos cocinaban de maravilla. Mamá sabe cómo hacerme más amante a la pasta con sus platillos.
—¿Quieres ir a tu habitación? La he limpiado esta mañana.
—Seguro.
—Harper ha querido cambiar de pieza desde hace tiempo, dice que le gusta más tu habitación, pero nunca la dejé, aunque si la usaba algunas veces —me cuenta, mientras subimos las gradas.
—Espero no tenga cambios drásticos.
—No, descuida. La pintura y tus cosas siguen igual, cariño.
Realmente nunca comprenderé a Harper y el cambio de habitación. Si son exactamente iguales. Exceptuando el pequeño sofá junto a la ventana que ya es parte de ella. Quizás por eso le gusta más que la suya.
—¿Necesitas ayuda? —sacudo la cabeza.
—Ya lo hago yo, mamá. Si llega Harper se la pediré a ella —asiente.
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Más allá de Nosotros
Chick-LitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...