C U A T R O

188 37 9
                                    

Nashville, Tennessee
Marzo de 2003


Cuando amanece, estoy sola en la cama. El lado derecho está vacío y aunque quiero realmente levantarme para mirar si Jax está por ahí, sólo gruño y continúo durmiendo.

Hoy es día libre. Hay una chica a la que le han dado día de prueba y aprovechando que, al parecer, he pescado un resfriado, mi jefe me ha dicho que me quede en casa por hoy.

El picaporte suena, pero continúo con la cabeza girada hacia la pared. Escucho los pasos de Jaxon por el apartamento, muy sutiles, como si no quisiera despertarme. Sonrío todavía dormida.

Siento el peso de su cuerpo al lado izquierdo al borde de la cama, luego de escuchar que deja unas cosas sobre la mesa de la cocina. Su mano me acaricia el cabello y la espalda. Incluso gira su mano hacia los nudillos para tomar mi temperatura. Entonces giro la cabeza.

—¿Dónde estabas? —me pone los nudillos en mi mejilla y en la frente antes de acariciarme el cabello para acomodarlo.

—¿Cómo estás hoy? —me pregunta, ignorándome.

—Bien, sólo tengo la nariz un poco tapada.

—Eso es bueno —me dice—. De todos modos, he traído medicamentos. Te necesito completa para el viernes —me río. Es mi cumpleaños, así que entiendo muy bien el por qué—. Y andaba recogiendo los discos del maestro, han llegado esta mañana.

—¿Sí? —sonríe entusiasmado antes de acercarse a ellos. Salgo de la cobija hasta sentarme a la orilla de la cama y bostezo.

Jaxon coloca el disco de vinilo en el tocadiscos y cierro los ojos cuando la melodía suena. Pero no dura mucho tiempo.

Jax me toma de la mano para ponerme de pie y sonrío cuando entiendo lo que pretende hacer. La palma de su mano va a dar a mi cintura y mis brazos rodean su cuello. Está mirándome a los ojos mientras nos balanceamos de un lado a otro con calma.

Un escalofrío me recorre la espina dorsal y antes de arruinarlo, opto por recostar mi cabeza junto a su hombro para ya no tener que mirarlo. Jax me besa la coronilla antes de decirme lo siguiente.

—Te amo, Claire.

Una sonrisa se curva en mis labios y asiento. —Lo sé. Yo también te amo.

—No —me dice, obligándome a mirarle. Estoy confundida—. No, lo digo en serio. Mira todo lo que hemos pasado juntos, es... ¡Dios! Es increíble.

No debería, pero me río, aunque con incredulidad. —¿Por qué lo mencionas ahora?

—No lo sé —encoge los hombros. Ya no estamos moviéndonos—. Sólo me he levantado con ganas de recordarte que eres importante para mí.

Llevo mis nudillos a su frente, tal y cómo ha hecho conmigo al llegar.

—Pero si estás ardiendo en calentura —bromeo.

No es la primera vez que despierta de este modo. Quiero decir, para Jax es habitual recordármelo tanto como puede. Pero llevaba tiempo que no lo hacía.

—Claire... —me riñe. Me río un poco.

—También eres importante para mí, Jax. Lo sabes.

—Lo sé —asegura. Se queda pensativo unos segundos antes de agregar: —. No sé qué haré cuando me dejes.

Mi frente se arruga. —¿Cuándo te deje?

Asiente con la cabeza. —Ya sabes, cuando te cases y hagas todas esas cosas que, sin duda alguna, te sucederán antes que a mí.

—No creo que ocurra por ahora —lo tranquilizo.

—Pero pasará...

Es apenas un susurro, como si realmente la idea le atormentara desde ahora. Intento apaciguar la situación retomando el balanceo al ritmo de la música.

—Algún día tendremos que tomar caminos por separado, Jaxon —se me ocurre recordarle, pero se mantiene callado unos segundos.

—No necesariamente.

Es su respuesta. Entonces me detengo.

—¿A qué te refieres?

Escruto su rostro, sus ojos buscando una respuesta, pero no llega. Jaxon niega con la cabeza antes de alejar sus manos de mi cuerpo. Inmediatamente me siento vacía por la falta de su calor.

—Olvídalo —se acerca al tocadiscos y lo detiene—. Tienes razón, pasará, entonces estaré feliz por ti —es su respuesta. Seca y directa.

Tienes los ojos fijos en los míos, probablemente esperando que yo diga algo, pero estoy tan confundida que no lo hago.

—Prepararé el desayuno —me dice, caminando hacia la cocina—. He traído las tostadas con ajo que tanto te gustan y...

Jaxon continúa hablando desde la cocina, torpe y frenéticamente, pero yo ciertamente ya no escucho nada de lo que sale de su boca.

Había dos cosas que Jaxon no hacía: comprometerse con una sola mujer y cocinar para mí. Así que aquella fue la primera señal.

▪︎Si la novela te está gustando no olvides votar y comentar.♡


Más allá de NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora