T R E S

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Nashville, Tennessee
Marzo de 2003


—Pero son sólo cuatro horas, Claire. Te pagaré el viaje si quieres.

—Mamá... —pido un poco de compasión, mientras giro la carne en el sartén.

Luego de otro día en el trabajo, he regresado al apartamento, encontrándome con la sorpresa de que Jaxon no está. Y todavía no ha llegado.

En mi hora de almuerzo mamá me llamó, pero no fue mucho lo que pudimos platicar, así que dejamos la conversación para la noche. Y ya es noche, así que...

—Bien —se rinde—. ¿Qué hay del cumpleaños de Harper y navidad?

—Para navidad falta mucho, mamá.

—¿Y Harper?

—Bueno... —reflexiono—, es dentro de poco. Mamá, tendría que hablar con mi jefe o... no sé, yo... —suspiro—, de verdad, de verdad quisiera verlas, pero es un poco complicado ahora.

La escucho suspirar del otro lado. —Entiendo, no te preocupes. No he querido agobiarte, sólo me haces falta, es todo.

—También me hacen falta. Intentaré hacer un hueco en mi vida y sacar tiempo para ir a Carmel a visitarlas, lo prometo.

—Gracias. Y dime, ¿Está Jaxon por ahí?

Me siento en la encimera. —No. Cuando he llegado el apartamento estaba solo, no sé dónde está y no contesta el teléfono. Es raro.

—No te preocupes, ahorita debe llegar —me dice—. ¿Sabes? He hecho una apuesta con Harper.

—¿Una apuesta?

—Sí. Oh, aquí está Harper —escucho un sonido distorsionado por unos segundos. Supongo debe haber puesto la llamada en altavoz.

—¿Es Claire? —pregunta. Hay un silencio, mamá debió haberle dicho que sí con la cabeza— ¡Hola, pequeña idiota! Te extraño.

—¡Harper! —le riñe mamá.

—Le he dicho que la extraño, ¿Sólo 'idiota' pudiste escuchar? —bromea— ¿Cómo estás? ¿Cuándo vienes a casa?

Salto de la encimera para apagar la cocina. —Estoy bien. Y no sé cuándo iré, pero oye, si no voy en tu cumpleaños te lo compensaré, lo prometo —le digo animada. Pero la escucho no muy convencida de eso.

—Es como si desde ya me dijeras que no vendrás.

Quiero decirle que no es así, porque, de hecho, si realmente quiero verlas, sólo tengo que organizarme y hablar con mi jefe, pero no es así de fácil. Necesito conservar mi trabajo por ahora.

—¿Sabes? Sólo... no hablemos de eso ahora. Mamá estaba a punto de decir algo cuando llegaste.

—Oh, sí. Anda, cuéntale a tu hermana.

—¿Qué cosa? ¿La apuesta? —otro silencio— Es que mamá ha dicho que presiente cosas.

—Cosas... —repito—, ¿Qué cosas?

—Cree que tú y Jax... ya sabes, que este año pasará algo. Pero he apostado del lado ganador.

—¿Y ese es...?

—Que es obvio que no le harías caso. Es un mujeriego, mamá parece que no lo entiende.

Pincho la carne con un tenedor y la paso a mi plato. Realmente su apuesta no me sorprende. Tarde o temprano lo harían, pero a veces quisiera que mamá no fuese tan obstinada. La amo, pero parece que no me escucha.

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