V E I N T I U N O

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Carmel, Indiana

Noviembre de 2005

Finales de noviembre, inicios de diciembre. No sé si tomármelo rápido o que el tiempo más bien ha ido lento.

Estas tres semanas he podido reflexionar; y también he tomado decisiones, aunque creo que las decisiones me han tomado a mí.

He arreglado las cosas con mamá y Harper, aunque ciertamente no había nada qué arreglar. Nunca estuve molesta, sólo necesitaba tiempo a solas para pensar.

También me mudé a un departamento cerca del restaurante en el centro de la ciudad. Oliver y yo lo dejamos a los pocos días de que Jaxon y yo solucionáramos nuestro caos. La decisión fue suya y el irme de casa fue mía. Aunque estoy segura de que Oliver hubiese querido que yo me quedara con ella.

Terminamos en buenos términos por nada en específico, simplemente terminamos bien porque así lo quisimos.

Ojalá así hubiese sido mi situación con Jaxon hace tiempo. Tan sencilla.

Nos habríamos ahorrado mucho.

Mientras unto la mermelada de fresa en la tostada pienso en lo bien que me siento a pesar de no haber ganado en lo absoluto. Mi vida anterior estaba muy bien, pero no creo que esta sea mejor.

Aunque de todos modos me alegra tener a todos conmigo.

Cuando voy por la tercera mordida alguien toca la puerta. Corro hacia la sala mientras me sacudo las migajas y mastico lo que tengo en la boca.

Sonrío cuando abro la puerta. —Ey, hola.

Enrollo mis brazos alrededor de los hombros de Jaxon cuando me abraza. Deja un beso en mi frente antes de entrar.

—Veo que has desempacado todo al fin.

Asiento con la cabeza. —Era mucho a diferencia de la vez que me vine de Nashville.

—Has puesto nuestras fotos —sonríe—. ¿Todavía tienes las velas?

Sacudo la cabeza. —Las acabé usando. Pero el collar y el libro sí.

—Lo sé —me dice—, lo llevabas puesto las dos veces que nos vimos cuando... —no termina la frase, pero sabe que no hace falta. Un pequeño escalofrío me recorre cuando caigo en cuenta de que es eso cierto—. También usas esas horribles pulseras todavía.

—¡Oye! —le doy un empujón— No son feas, sólo... —suspiro— soy yo. Me hacen ser yo misma.

—Claro.

Es lo único que permanece. Ya Jaxon no viste igual y se peina diferente. Y yo cambié mis blusas y pantaloncillos holgadas por vestidos holgados y chaquetas.

También, aunque ha regresado, no somos los mismos mejores amigos de antes ni tampoco las personas que solíamos ser, pero ambos sabíamos que eso pasaría.

Sigo a Jaxon la cocina y gruño cuando le da un mordisco a una de mis tostadas.

—Saldremos esta noche.

Esbozo una sonrisa incrédula. —¿Disculpa?

—Dije, saldremos esta noche —repite—. ¿Hay algún inconveniente?

—Lo hay. Tengo que terminar de ordenar mi habitación, tirar todas esas cajas y papel periódico y soy dueña de un restaurante, no puedo faltar mañana. Además, no quiero salir.

—Bien, fingiré que no escuché eso. ¿Qué te pondrás?

Lo miro. —Jaxon...

—Claire, extraño pasar tiempo contigo. Divertirnos. Todavía no estamos viejos.

Más allá de NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora