V E I N T I D O S

179 20 0
                                    

Carmel, Indiana
Diciembre de 2005

Cuando despierto estoy sola en la cama. Una cama que no es la mía, pero que casi al instante recuerdo de quién es y donde estoy.

Me levanto y verifico el apartamento pedazo por pedazo. Jaxon no está. Me tiro a la cama de nuevo, todavía desnuda y volteo mi cabeza hacia su mesa de noche, ni siquiera dejó una nota. Sólo falta revisar mi móvil, pero algo me dice que tampoco hay algo ahí.

Me cubro el rostro con las manos un segundo, los ojos han comenzado a picarme en cuánto comienzo a recordarlo todo. Hemos tenido sexo. Sexo como si de ello dependiera nuestra vida hasta caer agotados en esta cama.

Anoche se sentía bien, pero ahora sólo quisiera que nada de esto hubiese pasado. Recuerdo pensar que no me importaría perderlo, pero ciertamente no estoy lista para que suceda de nuevo.

Me levanto de una vez aprovechando que Jaxon no está y comienzo a vestirme. Mi ropa sigue en la sala esparcida por el suelo junto con mis cosas; sonrío con aflicción, porque ha sido el mejor y el peor momento de mi vida. Todo al mismo tiempo.

Este es el dolor más profundo que he sentido en toda mi vida. Es absolutamente peor a cualquier otro que haya sentido jamás.

En cuanto salgo del apartamento, cierro la puerta, y una vez abajo le pregunto al portero por Jaxon, porque tengo la esperanza clavada a fondo como una espina creyendo que quizás sólo ha ido por desayuno. Sin embargo, cuando miro la hora y escucho al portero decir que salió hace más de tres horas. siento que el mundo se me cae en pedazos frente a mis ojos.

Ha huido de mí. Ha huido de la situación. Es eso.

Salgo casi corriendo del complejo y busco un taxi. En cuanto estoy en uno cierro los ojos con fuerza, tratando de retener las lágrimas. Las imágenes vienen a mi cabeza como una avalancha; primero una y luego otra hasta crear una bola de recuerdos un poco distorsionados que me revuelven un poco el estómago.

¿Dónde está Jaxon? ¿Acaso pensará en buscarme luego? Me preocupa que no lo haga.

No llamo a nadie cuando estoy finalmente en casa, ni siquiera lo llamo a él. No llamo a alguien ese mismo día ni mucho menos lo hago los siguientes tres.

El timbre de mi casa suena y no dudo en correr a la puerta, pensando que podría ser Jaxon

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El timbre de mi casa suena y no dudo en correr a la puerta, pensando que podría ser Jaxon. Sin embargo, me desanimo al ver que no es él.

No ha sido él todo este tiempo.

—Mamá me ha enviado —dice Harper, meneando el pyrex que trae en las manos—. Te ha hecho lasaña.

Una sonrisa por primera vez en tres días aparece en mi rostro. —Pasa.

—¿Quieres comer ya o…

—Comeré luego, no tengo apetito ahora.

Harper me mira un instante, antes de caminar a la cocina. —Comeremos ahora. Algo me dice que llevas días sin probar bocado. ¿Me equivoco?

Más allá de NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora