Carmel, Indiana
Agosto del 2000Esa tarde, cuando me lancé sobre la cama, el corazón me dolía. Realmente lo hacía. No podía ver nada por las lágrimas y la casa estaba en silencio y a oscuras.
Acabábamos de enterrar a papá en el cementerio. El cáncer le había vencido demasiado rápido para siquiera dejarle batallar. Él quería que lo cremáramos, me lo había dicho una vez que hablábamos sobre la teoría de ir al cielo. Yo había querido que se hiciera, pero mamá insistió en hacerlo del otro modo y así, cuando ella también fallecería, fuese enterrada a su lado.
Algo muy dramático y sentimental en partes iguales.
—¿Claire? —se escuchó el golpe de la puerta al cerrarse y luego el colchón se hundió cuando Jax se sentó a la orilla— ¿Claire? ¿Cómo te sientes? —silencio— ¿Quieres agua? ¿Una pastilla?
—No —susurré—. ¿Mamá y Harper?
—Harper está en la cocina y Gen fue a su habitación. ¿No quieres algo? —sacudí la cabeza. No me hizo falta mirarlo para saber que tenía expresión de derrota y aflicción por mis monosílabos— ¿Quieres que me acueste contigo?
Recordaba haberme sentido mal por haberme dado un vuelvo el pecho cuando lo dijo, porque acaba de enterrar a mi padre y no era momento para otra sensación que no fuese la de vacío.
Asentí sin ánimo y Jaxon rápidamente se sentó contra la cabecera y me acurrucó en su pecho. Suspiré.
—Me hará mucha falta —murmuré—. Yo quería que estuviera ahí para cada logro. Para... entregarme en mi boda, felicitarme cada que hiciera algo bien...
—Oye —me dijo—. Seguramente Harper quisiera lo mismo y también todas esas personas que han perdido a sus padres. Son cosas que no deberían pasar así, pero pasan. Todo estará bien, te lo aseguro —me apretó contra él—. Todavía tienes a tu madre. Sé que hará un buen papel como madre y padre y no es lo mismo, Claire, pero es un consuelo —respiró hondo por la nariz—. También me tienes a mí. Jamás voy a dejarte sola.
En cuatro años, Jaxon se había ganado a mi padre por completo. Tanto, que en el hospital quiso tener una visita a solas de Jaxon. Hasta ese día no sabía lo que le habría dicho y jamás olvidaría la cara de Jax al salir de la habitación y cómo me abrazó cuando llegó a la sala de espera donde estábamos todos. Algo muy inusual, pero fuese lo que fuese, no quería saberlo, aunque podía hacerme una idea.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de Nosotros
Chick-LitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...