Carmel, Indiana
Mayo de 2003Estoy en la enorme hamaca redonda de la parte de atrás de la casa con el computador en mi regazo. Llevo horas en el buscador de google sin escribir nada perdida en mis pensamientos.
Han transcurrido un par de días, quizás una semana desde la última vez que intercambié mensajes de texto con Jaxon. No fue más que un Hola, ¿Cómo estás? Y luego dejó de responderme. La mayor parte del tiempo me siento mal y es injusto. Yo no debería sentirme la mala de la historia en lo absoluto, no me lo merezco.
Sólo ya no sé muy bien qué hacer. Los papeles se han invertido y ahora he sido yo quien le había lastimado a él. La diferencia es que, yo lo hice para sanar, me he ido por mi bien y tiene sentido que hasta el día de hoy me duela, pero ¿Y Jaxon? Enfadarse por decidir quedarme con mamá no tiene que hacerme sentir mal. Es su propio daño colateral.
Mi móvil suena y mis ojos se abren de par en par al ver el nombre de Jaxon en la pantalla.
—¿Jaxon? —mi voz sale demasiado emocionada y aliviada.
Hay silencio del otro lado y alejo el móvil de mi oreja para verificar que sí sea él y que la llamada sigue en línea.
—¿Jax?
—Claire... —suspira. El vello de los brazos se me eriza casi igual a como sería si tuviera frío y cierro los ojos, aliviada de escucharle.
—Hola —digo—. ¿Pasa algo?
—No, estoy bien. Sólo... no sé, estoy solo en casa y quería saber sobre ti desde hace días. ¿Llamé en mal momento?
Dejo la computadora al lado y niego.—No, estoy en tu hamaca ahora mismo sin nada qué hacer.
—Mi hamaca —suena como si estuviera sonriendo ahora mismo, pero su tono es total y completamente melancólico—. ¿Sigue ahí?
—Sigue aquí.
Jaxon se había hecho dueño de la hamaca la última vez que viajamos a Indiana. Le fascina estar aquí, pero hacía mucho había quedado en el abandono.
—¿Claire? —me llama— Te echo mucho de menos. Todos los días.
Su voz se cuela por mis poros hasta llegar a mi pecho. Se me oprime y cierro los ojos con fuerza. También me hace tanta falta que estaría dispuesta a regresar a Nashville sin apaciguar el lío.
—Jaxon, yo...
—¡Jax, estoy en casa! —gritan de fondo— Vuelve a la cama.
Mi ceño se frunce y mis labios se entreabren. ¿En casa? Quiso decir, nuestra casa. Es una chica. ¿Que vuelva a la cama?
Sólo yo le digo Jax.
—¿Jax?
—Eh, ¿Claire? —dice, pareciendo incómodo. Incluso carraspea— ¿Podemos hablar más tarde? Es que tengo... algo importante qué hacer.
Se me cierra la garganta, decepcionada y quizás un poco dolida. Asiento con la cabeza.
—Sí —murmuro—. Claro.
La llamada se corta. Y me quedo inmóvil, con una sensación incómoda en todo el cuerpo.
Mamá me ha traído la cena a la habitación. En realidad, la ha dejado en el suelo junto a la puerta, la ha tocado y después se ha ido.
Luego de mi corta llamada con Jaxon me he encerrado y sentado en el sofá junto a la ventana, pensativa. Aunque realmente no pensaba en nada, sólo en el significado de la voz que escuché del otro lado de la línea hace casi cinco horas.
¿Jaxon metía chicas en el apartamento ahora que yo no estaba? ¿Salía con alguien? ¿Por qué sonaba tan amistosa?
Me escuecen los ojos y parpadeo repetidamente antes de levantarme del sofá y coger el ordenador. Miro la página en la que me quedé hace unas horas y me abrazo a mí misma, apretando los brazos, debatiéndome en decidir si sí o no.
Gruño.
Cojo impulso para levantarme de la silla e irme a la cama cuando mi móvil vibra en el escritorio de al lado. Cuando mis ojos se topan con el nombre, siento que mi corazón late dos veces más fuerte. Mis ojos vuelan del móvil al ordenador y aprieto los ojos antes de coger la llamada.
—Jaxon.
Mi voz sale intencionadamente cansada. Subo los pies a la silla y me llevo las rodillas al pecho. Le oigo suspirar.
—Hola —dice—. ¿Llamo en mal momento?
Sí, en realidad.
—No. No llamas en mal momento, sólo... estaba por ocuparme de algo.
Mi cuerpo vibra al ritmo de los latidos desbocados de mi corazón.
—¿Algo? —pregunta— ¿De qué cosa?
—Buscaba apartamentos en alquiler. Aquí.
Cuando las palabras salen de mi boca mi cuerpo se vuelve caliente. Jaxon guarda silencio y miro las imágenes en la pantalla del computador contando los segundos.
—¿Apartamentos?
—Sí —suspiro—. Apartamentos.
—Claire...—su voz tiembla—. ¿Vas a mudarte a Indiana? Quiero decir, ¿Hablas de definitivamente quedarte ahí?
Asiento, aunque sé que no puede verme. —Creo que es eso lo que quiero.
—Pero tienes una vida aquí, Claire —murmura—. Una vida aquí conmigo.
—La tenía, Jax.
—Todavía la tienes.
—Es que ya no la quiero —mis pulmones se llenan de calor cuando lo digo y se extienden por todo mi cuerpo. Sé que le lastima, pero también me hace daño a mí—. Por ahora será mejor que siga aquí, en Carmel, al menos hasta que... esto pase.
—Esto —le escucho reír con ironía—. Claire, sólo tenemos que hablarlo.
—¿Ahora? ¿Tanto tiempo después? No, Jaxon. No quiero escucharte decir lo mismo de la última vez.
—Sabes que nunca fue mi intención provocarnos esto, Claire.
Mi barbilla tiembla ligeramente y asiento, sin decir media palabra. Bajo la pantalla del ordenador y mis piernas de la silla para apoyar mis codos en el escritorio. Luego de meditarlo tanto finalmente lo digo.
—¿Sientes algo, Jaxon?
Estoy tan asustada que las manos me sudan y tiemblan. Asustada por la respuesta que pueda darme ahora mismo.
—Claire...
—Dímelo, ¿Sientes? —no responde, así que lo vuelvo a intentar— ¿Sientes?
—¡Mierda, Claire! Sí —ruge.
Me da un vuelco el estómago cuando lo escucho. Cierro los ojos y un peso de cinco toneladas me desaparece de los hombros.
—¿Y por qué no haces algo al respecto?
El suspiro pesado que suelta choca contra el parlante. —No lo sé.
Las palabras se oyen tan ingenuas y honestas que me decepciono. Si hay algo que puedo hacer ahora es mantener en pie mi decisión. Se oye mucho más fácil que ayudarle a Jaxon a descubrir lo que siente por mí.
Suspiro.
—Seguiré haciendo las llamadas, no te molestes en hacerlo —le digo—. Aunque bueno, desde hace un tiempo las cosas han cambiado y ya ni siquiera eso te importa.
—Claire...
—Voy a colgar, Jaxon.
Me regaño en mi cabeza por sonar tan afectada cuando hablo. Escucho la respiración de Jaxon del otro lado y siento cómo mis ojos de nuevo comienzan a picar.
—De acuerdo —se rinde—. Cuídate, Claire.
Es lo último que nos decimos. La llamada se corta y me desplomo en la pequeña silla.
Gracias por leer.♡
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Más allá de Nosotros
ChickLitA pesar de sus evidentes diferencias, una mujer idealista, inconformista, amante de la astrología y un mujeriego con gustos clásicos son amigos desde el día que se conocieron en el pasillo de la residencia universitaria. Todo va bien desde hace ocho...