Capitulo Treinta y Cinco

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Conducir teniendo la mente dispersa no era nada bueno, pero es que la experiencia de hoy mientras esperaba su turno de ser atendido en la clínica fue bastante particular.

Estuvo entretenido revisando su correo por cuestiones del trabajo como de costumbre cuando un joven omega se acercó a hablarle, le hizo una pregunta que si bien no era mala o siquiera descortés, sí lo incomodaba un poco, "¿Por qué vienes más seguido a controles que otras personas, estás pagando algún plan especial?". Es decir, si desde un principio no hubiese reaccionado tan mal ante la noticia de su embarazo no tendría porque estar bajo una mirada tan rigurosa para el cuidado de su gestación. Si tal vez se lo tomara con más calma entonces la pequeña personita no habría estado en riesgo tan pronto. Pero el punto no era ese.

Se enteró por medio de ese joven que al parecer Jeongin y él eran un tema bastante peculiar, sobre el cuál varias colegas de su alfa —aún no sabe qué hacer con la satisfacción que le causa llamarlo así—, disfrutaban hablar cada tanto.

—¿Hablan de nosotros? —preguntó con un deje de incredulidad y cierto desconcierto.

—Te sorprendería la cantidad de rumores que corren sobre ustedes en este lugar —comentó después de soltar una risita— cada uno de ellos mejor que el anterior.

Bastante interesado, instó al joven a que le dijera más sobre aquello hasta que finalmente fue su turno. Pero según sus cuentas, mientras él estaba llenándose la cabeza de razones por las cuales no era bueno para Jeongin, ese alfa astuto estaba allanando terreno sin aclarar los rumores de los que sin duda alguna tenía conocimiento. Y esto es muy hipócrita de su parte, pero sintió ternura ante ese hecho cuando si fuese otra la persona estaría indignado. Pero como se trata de su hombre, hará ojos ciegos. 

Se obligó a sí mismo a prestar atención a la vía de nuevo, pero pronto su mente insistió en divagar en las cosas que tiene programadas para esta semana, tal vez como un intento de alejarse de pensar al encuentro de quien se dirigía. Están pendientes unas conferencias virtuales, tiene que comprar comida porque su despensa se está quedando vacía, también comprar ropa adecuada a su cuerpo de hoy en día, de lo contrario terminará por vaciar completamente el armario de Jeongin. En resumidas cuentas, esas son cosas de las que se puede encargar el día que acompañará al alfa a hacerse un retoque en el cabello. 

De las cosas mayormente triviales que tiene por hacer, hay un evento que dudó mucho en confirmar, la invitación a comer por parte de Inyeop fue inesperada y no sabía si tomarse la formalidad de la invitación como la seriedad característica suya o una sutil manera de alienación; sea como fuere, es un compromiso que aceptó. Es sincero consigo mismo al admitir que quiere probar cuál es su postura actual al tratar con él, saber cómo ha influido el tratar su tema familiar en las sesiones de terapia, y que hoy en día puede admitir que Inyeop es el verdadero vínculo que más le ha dolido perder de la que fue su familia. 

Al llegar notó rápidamente la figura erguida y elegante, muy propio de él, rodeado del ambiente moderado del restaurante casi parecía una estatuilla inamovible. Estando bastante cerca llegó el primer golpe de incomodidad ¿Cómo se supone que debe saludar? las otras ocasiones ambos han estado a la defensiva y no se hablaron de la mejor manera, pero hoy están reunidos por voluntad propia ¿entonces qué? al final terminaron dándose un tenso apretón de manos y cada quien se hizo en su respectiva silla. Que buen inicio.

—Entonces...

—Tú...

—Habla tú primero —una vez más hablaron al mismo tiempo.

Lo único que había hecho era sentarse, ¡Por favor! ¿podría ser menos incómoda esta situación? que lleguen a tomarles el pedido, que le entre una llamada, que suceda cualquier cosa que se lleve ese ambiente asfixiante. Cruzar miradas solo le confirmó lo evidente, ambos se sienten demasiado fuera de lugar.

Huellas -JeongJin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora