Consulta médica

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—Me cago en el viejo cachondo — dijo suspirando con pesadez mientras veía el interior de la clínica y acariciaba su barriga.

Como cada mes, desde que tuvieron un pequeño "desliz", Gustabo debía ir a hacerse ecografías para verificar que su frijolito estuviera en buenas condiciones.

Con eso no había ningún problema, claro que no, lo único malo era compartir oxígeno con los otros omegas que también iban a hacer sus consultas.

Por alguna razón, aparentemente normal con quienes están en su mismo estado, tienden a pelearse entre sí. La doctora les había explicado que los omegas preñados se ponían a la defensiva, más de lo común, cada vez que se encontraban con otro y le dió toda la razón cuando comenzó a asistir a sus citas.

Suspiró por última vez y sin perder más tiempo se adentró al lugar, a paso lento se dirigió hasta el ascensor y poder subir al piso correspondiente, aunque a los segundos se arrepintió ya que por su vagancia poco a poco iba perdiendo su cuerpo fitness, pero no le dió tanta importancia porque Conway siempre le repetía que cada día se veía más guapo que el anterior.

Una vez que llegó, le dió un rápido vistazo a la sala de espera notando que no había muchas personas esta vez, aunque sí estaba esa vieja, que en realidad sólo es 7 años más grande que el rubio, que tanto odiaba.

Ya sabía que no era nada del otro mundo pelearse, pero estaba seguro que esa tenía maña con él, hubo una vez que terminaron jalandose del cabello e insultándose a los gritos sólo porque llevaban el mismo abrigo, por suerte las enfermas del lugar eran muy pacientes y sabían cómo calmar ese tipo de situaciones.

Se dirigió a paso rápido hasta donde se encontraba el secretario y confirmó que había venido a su turno, como era de suponerse debía esperar hasta que lo llamarán. Si bien el lugar no estaba tan lleno, todas las sillas estaban ocupadas así que le tocó recargarse en la pared que se encontraba en frente de aquella mujer repugnante.

Ambos se miraron de arriba a bajo de forma despectiva, Gustabo fue el primero en desviar la mirada victorioso ya que se dió cuenta que él iba vestido más bonito que ella. Y es que claro, ese overol negro que resaltaba su pancita de 5 meses y su suéter amarillo a juego con su gorrito con forma de patito era mil veces superior a esa especie de bata que llevaba la contraria. Todo gracias a su querido alfa que tenía mucha pasta y podía consentirlo con toda la ropa que quisiese.

—Agh... Egocéntrico— susurró la castaña mientras rodaba los ojos.

—¿Egocéntrico yo?— rió el rubio a la vez que se apuntaba a si mismo. —Deja de fijarte en los demás.

—Shh... cariño— susurró el alfa que se encontraba al lado de ella mientras la tomaba de la mano. —No empieces.

—¿Que no empiece qué?— lo retó con la mirada. —Miralo nada más, ¿Por qué crees que siempre se viste así y trata de llamar la atención?

—¿Disculpa?— la miró incrédulo el ojiazul.

—Ay sí, no vengas a hacerte el santito ahora, ¿Crees que no lo noté?— dijo acortando un poco la distancia. — Cada vez que vienes tratas de seducir a mí alfa, mejor dicho ¡A nuestros alfas!— alzó la voz llamando la atención de todos los presentes. —Seguro quieres engatusar a alguno y hacer que te mantengan a ti y a tu cachorro.

—¿Qué...— soltó una sonora carcajada provocando que la mujer frunciera su ceño y sus mejillas comenzaran a colorearse. —¿Qué te hace pensar eso, idiota?

—Oh vamos...— sonrió tratando de no verse inferior. — Cada vez que vienes a las consultas lo haces sólo, ¿Crees que no nos damos cuenta de que tu alfa te abandonó?

—No hables de lo que no sabes, maldita perra— habló entre dientes mientras se acercaba peligrosamente a la más baja.

—Dejado...

El rubio levantó su mano izquierda dispuesto a darle una buena bofetada a la omega cuando sintió que su muñeca fue sujetada.

—¿Qué coño sucede aquí?— preguntó una voz grave que acababa de llegar.

Todos voltearon y jadearon sorprendidos al ver al dueño de la misma.

—Jack...— el de ojos zafiros levantó su mirada conectándola directamente con la oscura del contrario.

—Lamento haberte hecho esperar— se disculpó mientras bajaba la mano y la entralazaba con la pálida del omega. —Me costó encontrar algún lugar de mierda donde hicieran tu batido favorito— dijo mientras se lo extendía siendo recibido rápidamente.

—No hay problema, de todas formas estaba perdiendo el tiempo aquí esperando— explicó poniéndose de puntitas para darle un beso en la comisura de los labios al mayor

—¿Pasó algo? — dudó sintiendo las fuertes feromonas que habían en el ambiente demostrando la tensa situación.

—Nada que merezca la pena— respondió sonriendo arrogante a la otra omega.

Tomó la mano del pelinegro y lo llevó a la pared donde anteriormente había estado recargado.

Los minutos pasaban y los pacientes iban entrando de a poco. Todo ese rato Gustabo se la había pasado mirando con superioridad a la mujer ya que con la llegada de Conway la había hecho quedar en ridículo delante de todos, aunque había tenido razón cuando le había dicho que asistía solo a sus citas, pero lo que ella no sabía es que su marido ahora trabajaba el doble de horas para poder mantener a los tres. Debido por los meses que tenía y para evitar algún riesgo, Jack le había pedido que deje de trabajar un tiempo en la policía y que no se preocupara porque él se haría cargo de absolutamente todo.

Luego de un rato, mirándose a los ojos como si así fueran a lograr que el otro muriera, la castaña sonrió arrogante para luego dirigirse a su alfa.

—Amor... Ya estoy cansada de esperar aquí parada— se quejó haciendo un pequeño puchero.

—Lo sé querida, aguanta un poco más ¿sí?— el hombre la rodeó con un brazo haciendo que recargara su peso en él.

Gustabo no queriendo quedarse atrás viendo como esa lo miraba como si hubiese ganado la batalla, se giró rápidamente para mirar a su hombre quien se encontraba distraído con su celular.

—Jack...— se quejó él también —Me duelen los pies de tanto esperar aquí— una vez que llamó su atención hizo un pequeño puchero mientras pestañeaba rápidamente.

—Tranquila, muñeca— se agachó un poco para tomar por detrás de los muslos al rubio haciendo que diera un pequeño salto y rodeara su cadera con ambas piernas. —¿Así mejor?

—Mucho mejor — miró por encima de su hombro notando a la omega furiosa, en definitiva él había ganado.

—¡¿Que coño pasa aquí que tardan tanto?!— escuchó gritar a su esposo de repente. —¡¿Les parece normal que mi omega estando embarazado espere tanto?!, ¡Ya le duelen los pies ostias!

Luego de un par de gritos más, la médica los hizo pasar rápidamente para hacer sus estudios correspondientes.

Sip, que afortunado era al tener como alfa al Superintendente de la ciudad.





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