IV.

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Año 838.

Desde que tenía uso de razón, su madre había estado enferma, parte del dinero que su padre había heredado había sido gastado en pagar todo tratamiento posible para su madre.

Ahora, se encontraba frente al lugar en el que había sido enterrada, observando como algunas lágrimas caían del rostro de su padre.

¿Así se veía el amor?

Sabía que su padre intentaba ocultar lo que sentía, aquel tipo de un metro con noventa y dos era su mayor ejemplo a seguir, sabía que intentaba retener las lágrimas, sabía que estaba sintiendo como si su corazón latera rápido, sus ojos rojos y su notoria falta de brillo lo mostraban.
Pero él no podía lanzarse a sus brazos a llorar como un niño, no otra vez, tenía que ser fuerte, si se lanzaba sobre él y dejaba que llorara entre sus brazos, después ninguno podría separarse y su situación sería peor.

Dan no podría volver a separarse de su mejor amigo.

Sintió su mano apoyada en su hombro derecho, un par de palabras y después, el peso dejó de estar ahí.

Estaba solo, frente al lugar en el que se encontraba el cuerpo de la mujer a la que nunca había podido llamar madre directamente.
El ramo de rosas sobre aquel concreto nunca faltaría, podía asegurarse eso una y otra vez. Su padre no dejaría de ir a visitarla hasta que su momento de acompañarla llegase.

Pero se tenía que forzar a dejar de pensar en eso, si su padre no estaba, entonces él estaría solo.

Y a Dan no le gustaba estar solo.

── Mamá ─ no podía recordar su sonrisa, ni siquiera estaba seguro de haberla visto ─ Papá te va a extrañar.

Año 839.

Observó como Zelik reía junto a varios compañeros, despidiéndose de los que irían a las tropas estacionarias y riendo con los que irían a la policía militar con él.

Mientras que Dan era el único de la generación que quería ir a la legión, o al menos eso sabía.

── ¿Quieres que nos besemos como despedida? ─ Zelik metió las manos a sus bolsillos, sacando un collar ─ Se lo pedí a mi padre, me preguntó que si era para mí novia y dije que era para mí novio ─ le tendió el collar, sin borrar aquella sonrisa que parecía siempre tener para él ─ Papá y mamá te aprecian ─ Dan tomó el collar, observándolo.

¿Era alguna clase de piedra brillante?

Desde que había conocido a Zelik, tres años atrás, los regalos de su parte habían sido frecuentes.
Como si se tratará de un agradecimiento de parte de sus padres por cuidar de él.

── Oh ─ el más joven volvió a buscar entre sus bolsillos, sonriendo al encontrar lo que buscaba ─ Papá consiguió un lugar en el que puede vivir tu padre ─ le mostró una llave ─ Lo único que quiere a cambio es que te unas a las tropas estacionarias.

Dan sólo pudo suspirar.

Incluso si hacía lo que Zelik pedía, su padre no accedería a dejar su hogar.
Aquella pequeña casa había sido todo lo que tenían por bastantes años y a pesar de que ni él ni su madre seguían ahí, su padre se mantenía firme a la idea de seguir viviendo ahí.
Sus recuerdos más preciados se encontraban en esas paredes.

── No puedo aceptar ─ Zelik estaba dispuesto a oponerse, pero la voz de su instructor lo detuvo, era hora.

── ¡Fórmense!

Dan observó al escenario, si estaba en lo correcto, el hombre de la derecha era el comandante de la legión, mientras que el pelinegro a su lado, debía ser el hombre que había elegido como sucesor, según las palabras de Hange.
La ceremonia dio inicio, todo transcurrió de la forma que Hange dijo que lo haría, con una excepción.

MORT ━ Levi Ackerman [Male OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora