M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
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Año 848
Sus pies temblaban, más de lo que había podido llegar a imaginar que harían cuando ese momento llegará, sintió como Levi se posicionaba a su lado, acomodándose el saco que ambos habían escogido solo horas atrás para ese momento. Dan sacudió un poco la cabeza, buscando esfumarse de todo sentimiento negativo, se acercó a la puerta de madera y antes de tocar, su cabeza giró, observando al azabache.
── ¿Ocurre algo? ─ los ojos de Levi, por alguna razón, se encontraban más brillantes que en cualquier otro momento, tal vez era por la luz de la luna.
Suspiró.
── Deberíamos pensarlo dos veces antes y...
La puerta fue abierta de forma repentina, obligándolo a clavar su atención en la persona que salía de forma apresurada con su padre por detrás.
¿La conocía? Por supuesto que no, sin embargo; parecía que su padre estaba furioso.
Oh no.
── Buenas noches, padre ─ las manos de Dan fueron a dar a su suéter de lana nuevo, en donde buscó deshacerse del temblor.
── ¿Dan? ─ Ezra borró aquel gesto de molestia de rostro, volviéndose aquel hombre amable que era con su hijo.
── Hasta mañana ─ el tipo huyó.
Por un lado, más allá de los conflictos internos en los que Dan se encontraba, estaba Levi; que mantenía la vista fija en el suelo. Detestaba con todas sus fuerzas estar en esa situación, había pasado los dos últimos años creyendo que podría evitar estar ahí, frente a frente con el padre del tipo con el que se veía todas las mañanas para saludarse y ver el amanecer recargado sobre su hombro.
Pero joder, ver la sonrisa tan inocente formada en el rostro de Dan valía completamente la pena.
── Pasen ─ y joder con la estatura del tipo frente a ambos, tal vez un poco más bajo que Mike, sin embargo; era robusto y todo lo contrario a Dan.
Incluso con su casi metro setenta -pues de forma sorpresiva había logrado crecer un par de centímetros más- seguía viéndose pequeño comparado a Hange, que media sólo un centímetro más.
── Buenas noches ─ saludó, recibiendo una sonrisa de parte de aquel hombre.
Ni siquiera en eso eran parecidos, los ojos de Ezra se cerraban de forma leve al sonreír, mientras que los de Dan se mantenían abiertos, permitiendo ver el brillo de alegría en ellos.
A la mierda.
Pensó, cruzando el marco de la puerta con las manos en los bolsillos de su pantalón, observando de reojo las decoraciones que había en el hogar. Mientras Ezra servía un poco de té, observó a Dan, que estaba sentado en la mesa del comedor, con la vista fija en sus dedos.