M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
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Año 837.
Dan Fischer nunca le había contado a alguien más sobre su vida, al menos así fue hasta que el tipo de en aquel entonces catorce años llamado Zelik se cruzó en su camino, apareciendo en todos los lados desde que se conocieron y preguntando cada que podía su lugar de origen y todo lo que se le daba la gana. Y él, él guardó silencio al menos los primeros siete meses, porque fue ahí cuando logró entender que tal vez debería tener un amigo, una persona en la que confiar en los dos años y cinco meses que faltaban para salir del campo de entrenamiento.
Empezando por cosas sencillas como sus nombres y edades, hasta terminar por decirle lo que le gustaba desayunar en su cumpleaños o lo que su padre le decía en cartas.
Pero tener dieciséis era aburrido, llamarse Dan y gustar de comer pan con té también lo era; esas razones y un par más lograron hacer que su relación se volviera una en la que Zelik hablaba de todo y Dan sólo añadía cosas o cualquier cosa que se le pasaba por la mente.
Y aún así, a Zelik le gustaba poder escucharlo, sentía que con sólo escuchar la voz de Dan por algunos segundos en el día, tenía suficiente para el resto de su vida.
── ¿Quieres tener una cita conmigo? ─ aquella vez era especial, no era su día de descanso pero tampoco tenían entrenamiento, solo era un día especial, quizá solo lo era porque Dan no presentaba ningún síntoma de haberse saltado algún alimento en la última semana, como los últimos seis meses, en donde cada dos semanas tenían que ir de visita a la enfermería; algo tonto sin tomaba en cuenta que Dan había conseguido el permiso oficial para fungir como doctor.
── ¿Cómo es una cita?
Aigner suspiró, pensando en que responder.
¿Aprovecharse de lo poco que su amigo sabía sobre algo que no fuera medicina o agricultura, o solo dejar pasar la oportunidad y prepararse para un rechazo más?
── ¿Estarás aquí mucho tiempo? ─ observó cómo Dan observaba a sus lados, quizá buscando deshacerse del sonrojo producido por la fiebre.
Zelik deseaba ser esa fiebre.
── Olvidé comer una semana seguida, el médico dijo que de seguir así terminaría por darme de baja.
Asintió, poco conforme con la respuesta ── Entonces yo estaré enfermo hasta que tu lo estés, siento que sin ti no puedo correr o...
── Eso suena como algo muy tonto, claro que puedes estar sin mí. ─ Dan hizo el intento de levantarse de la cama, fallando por la poca fuerza con la que contaba a ese punto. ─ Zelik Aigner es más fuerte que cualquier recluta en este lugar, ¿no?
Fue ahí que Zelik decidió apartar la mirada, había sido todo lo contrario a lo que deseaba pero estaba feliz. El tono rosado de sus mejillas se notaba muy poco a diferencia de como se veía en las mejillas pálidas de Dan, pero el sonrojo seguía estando presente.