M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
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Junio. Año 841.
Dan guardó el último sobre recibido en el cajón de su pequeño escritorio, asegurándose de ponerlo encima de las demás cartas enviadas por Zelik.
¿Tendría tiempo para leerlas? Tal vez, sí dejaba de lado el papeleo enviado por Erwin, los pedidos de Hange y la revisión de los solados -sin incluir el resto de cosas que acostumbraba a hacer- tendría tiempo más que suficiente. Podía hablar con Levi, pedirle reducir sus tiempos de salida a ver al amanecer, los de enseñarle a leer y los de solo beber té.
Sus dedos rodearon la base de una pluma, una que había robado solo un par de días antes de la oficina de Erwin.
Estaba abandonada.
La apoyo sobre una hoja en blanco, dejando que la tinta sobrante marcará el papel, después la levantó y empezó a trazar algunas letras sobre un papel que llevaba el nombre de Erwin al inicio.
Ah, esto es del escuadrón.
Siguió escribiendo por dos hojas más, deteniéndose cuando leyó el nombre de Hange y cosas que no tenían nada que ver con la enfermería.
Suspiró y puso su mano en su entrecejo, masajeando un poco.
¿Lo hago?
Lo pensó unos segundos más, al menos hasta que escuchó pasos fuertes en el pasillo y después un golpe hueco, avisando la llegada de Hange.
Pasaron cerca de cinco segundos más hasta que la puerta se abrió, en el primer paso, un poco de tierra se desprendió de su bota derecha, ensuciando el suelo.
── ¿Has visto a Moblit?
Dan negó, separando aquellos papeles con el nombre de Hange.
── No, pero si vi papeleo tuyo, tengo que hacer más cosas; hoy no puedo hacerlo por ti.
Hange asintió, tomando los papeles con una sonrisa y en solo dos pasos, logró ensuciar aún más el suelo.
── No voy a limpiar eso, hoy no. ─ murmuró Dan recargando su cabeza en la silla de su escritorio.
Hange contuvo su risa, saliendo de la enfermería sin cerrar detrás de sí y Dan solo suspiró.
Vio a Levi pasar, sin girar al menos un poco la cabeza en su dirección, después vio a un par de soldados y finalmente, cuando notó que otros más veían la enfermería, se rindió y se puso de pie; dirigiéndose a buscar algo con lo que limpiar la tierra dejada por Hange.
¿No sabe limpiarse las botas antes de entrar al cuartel?
Año 850.
Los ojos de Dan se mantenían abiertos como podía, sintiendo que ardían aún más al ver de forma directa el rayo que caía en el lugar en el que Eren se transformaba.