M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
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Año 850.
Pocas veces su cabeza se encontraba tan llena de palabras como en ese momento, mezclando letra con letra y creando algunas que dudaba haber visto en su pasado, incluso sus lágrimas se sentían estáticas, negándose a bajar por sus mejillas y ayudando a nublar aún más su cerebro.
El camino al centro de las murallas había sido lo fácil, lo difícil era tener que esperar en una habitación a que se le diera la orden de acudir a la ciudad subterránea.
Le gustaba estar solo, pero con todo lo que había pasado, sentía que ahora no solo se trataba de falta de compañía, sino que...
Estaba quedándose solo.
Recapitular sobre las personas que ahora faltaban en su vida le resultaba difícil y por momentos, sentía que lo estaba olvidando.
Sabía de sobra el año en que se encontraba, sabía de sobra que podía decir el cómo se sentía a su mejor amiga o a su pareja, sabía de sobra que no podía guardar todo el tiempo las cosas para sí.
Pero también sentía que se estaba comportando como un completo egoísta, por cualquier cosa que pensaba.
No se estaba quedando solo, era él quien se alejaba.
No tenía que hablar sobre sí mismo con alguien más, él podía resolverlo.
No tenía que sentirse mal por aquellos que habían perdido la vida, debía estar molesto por seguir siendo incapaz.
Los hombres no pueden llorar.
Con las pocas ganas que tenía de seguir con sus planes, había pasado la mano por su rostro, limpiando un camino de inexistentes lágrimas que de ninguna forma permitiría volver a dejar salir.
Su garganta dolía, podía sentir que respirar cada vez presionaba más su pecho, podía sentir que las lágrimas volvían a intentar salir; sin embargo, volvió a contenerlas y para cuando volvieron a intentar salir, se encontraba abriendo más puerta a su amiga de cabello café.
── Tienes la autorización de parte de la reina Historia y Zackley.
Dan asintió, callando para permitir a Hange seguir con su rutina.
── Buena suerte ─ dijo ella, agitando su mano para dirigirse a su siguiente estación; la habitación en la que Erwin Smith esperaba los resultados de aquella junta, aquel lugar en que Pixis también se encontraba.
...
── ¿Todos los titanes son como el de Eren? ─ las preguntas no paraban de salir de quien había sido elegida para tomar el papel de su acompañante, una mujer que al parecer tenía más preparación conforme a la medicina, pero que sabía muchísimo menos que él en cuanto a los titanes.
Al menos podía sobresalir en algo.
── No ─ respondió, empujando la puerta de madera frente a él para intentar abrirla ─ Eren es distinto, no es normal que pasen de diez metros.