XXVI

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Año 821

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Año 821.

Creer en las palabras de Ezra Fischer era la mejor opción en aquel tiempo ara todo aquel que quisiera lograr una vida tranquila y feliz, alejada del desastre que existía en la vida de las personas promedio.

Y para Idonna, todo lo que aquel hombre de más de uno ochenta hacía, era sorprendente. Acompañarlo todas las mañanas al mismo lugar, hacer todo lo que su rutina como hijo de un Fischer implicaba, todo lo que se repetía de alguna forma era entretenido, algo que debía apreciarse.

¿Así se sentía el amor?

Vivir rodeada de personas con una esperanza de vida mínima era distinto en su totalidad a todo lo que veía desde que había llegado a un lado de Ezra. Sabía de sobra lo poco o nada que le agradaba a toda la familia Fischer, una mujer que había encontrado la forma de meterse en su círculo para quedarse con el único heredero reconocido de Dante Fischer y Dagna Herzog.

Creer que algún día su suerte cambiaría fue algo que nunca logró sacer de su cabeza, la enfermedad que la había hecho huir de la vida que la había mantenido atada a otras personas había vuelto y esta vez no parecía querer tomarse un tiempo antes de arruinarla por completo, pasaba todas sus noches en la cama y con la llegada del amanecer recibía la ayuda de las personas que servían en la casa que Ezra había construido para vivir lejos de su familia. Creer que vería crecer al niño que alegraba todas sus mañanas había sido otra cosa que creyó la primera vez que habló de su embarazo con alguien.

Pero creer era muy distinto a todo lo que pasaba en realidad, su enfermedad la consumía a la vez que su pequeño hijo Dan crecía. Y que la familia Fischer les hubiera dado la espalda en cuanto supieron del nacimiento de su hijo los había afectado, algo que nunca habían contemplado entre sus planes, tener que mantenerse con solo una pequeña herencia no bastaba para lo que Idonna necesitaba, ni para lo que Dan necesitaría y por supuesto, tampoco para los planes que Ezra había construido en el pasado, planes que había terminado por cambiar por el amor de una mujer como Idonna, que a ojos de todos no era más que un adorno que había conseguido por mero capricho.

Lo último que alguien creería de alguien como Idonna, sería la razón por la que Ezra la valoraba y amaba más que a todo lo que un hombre criado en Sina debería hacer. Y parte de todo lo que había llevado a Ezra a estar bajó sus pies, estaba quedando en claro al verla renunciar a algunos de los vestidos que alguna vez él le había regalado con la tonta excusa de que era una paga por su trabajo, pues el dinero ganado a base de ellos les había servido para seguir ganando al menos un poco después de ser echados de su hogar.

── No hay nada de lo que debas preocuparte, Ezra ─ había dicho aquella vez, caminando con su brazo izquierdo entrelazado con el derecho de Ezra, mientras que Dan iba en manos del más alto, que intentaba callar todo llanto procedente del bebé de apenas tres meses.

── ¿Nada? Nos acabamos de quedar sin un hogar al que ir con nuestro pequeño Dan ─ señaló al bebé, que por un momento dejó de llorar para poder observar el rostro de su padre, el estrés que sentía en ese momento no se podía reflejar en el calmado rostro que siempre quería mostrar a Dan, incluso si después no podía recordarlo. ─ Solo tienes que quedarte conmigo y todo estará bien.

MORT ━ Levi Ackerman [Male OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora