M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
cr. fanarts usados para banner...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
19 de agosto. Año 842.
Lo había notado, claro, no existía forma alguna de evadir el observar cada tanto las acciones de su amigo al ir detrás de cada soldado que se cruzaba por la enfermería.
¿Le molestaba? En lo más mínimo, cuando se iban estaba incluso más feliz que al ver productos de limpieza, pues Dan siempre decía que no encontraba la forma de decir lo bien que le hacía sentir atender a alguien al menos por una herida leve.
Sin embargo, en esta ocasión era distinto, pues ko sólo el castaño corría de lugar a lugar con distintas cosas entre manos, lo había visto salir de la enfermería y en cuestión de minutos, corría por el comedor, sin contar con que ahora que iba de salida lo veía correr a las afueras del cuartel, con papeles en mano.
¿No funcionaba más? Tal vez era por eso que corría por todo el cuartel como si se tratará de una necesidad, pues no lograba entender o ver la razón de tal actitud. Ni siquiera se había detenido a tomar una taza de té con él después de su ducha, lo que ya era bastante extraño considerando que siempre se encerraba en la enfermería hasta que el sol se posicionaba o Levi lo sacaba a rastras.
En esos momentos, caminaba con la firmeza que ya todos en el cuartel podían reconocer más no decir a personas externas, temido por reclutas y superiores, ese era Levi.
Se detuvo frente a los establos al ver a Dan detenerse sólo a unos metros, leyendo un papel para después volver a caminar a pasos veloces (o correr) para alejarse.
Estaba ocupado.
Chasqueó la lengua antes de observar a su caballo con molestia, no tenía la culpa de que su amigo cara de rata mojada se encontrará ocupado, pero si la tenía por lo descuidado que se encontraba su caballo.
── Hueles a mierda ─ murmuró.
Aquel día, no sólo no habló con Dan, sino que además tuvo que contener las ganas de cruzarse en su camino para decirle que dejara de actuar como un idiota y le prestará atención.
A él, y de paso a su caballo solo si podía, para no presionarlo.
¿Eso hacían los amigos? Seguramente si, además de beber té.
Y besarse de vez en cuando, en forma de saludo, o eso había dicho el comerciante con el que ambos se habían encontrado en una de aquellas mañanas en que salían a caminar.
Dan era un tonto, era un Danto.
Año 846.
Como tantas veces en el pasado, Levi observó a Dan correr por el cuartel y con decenas de cosas en manos, incluso con aquella herida en la mejilla parecía no tener en mente el tomar un descanso y al ver a Petra correr detrás de él, imagino lo que estaba sucediendo.