M | ❝ Una despedida que nunca llegará ❞
Impulsivo, impulsivo, Dan no podía dejar de ser tan impulsivo y dejarse llevar por lo que sentía en cualquier mínimo arrebato. A veces sólo debía mantener la boca cerrada, ¿no?
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Finales de enero, 840.
Si bien la expedición no era más que una prueba o demostración del invento del capitán Smith, la emoción de parte de los soldados no podía ser contenida. Pará muestra de ello, bastaba con ver como corrían de lado a lado sin detenerse, buscando y acomodando las cosas necesarias en los caballos correspondientes a cada uno y ayudando a llenar el par de carretas que acompañarían a ambos escuadrones a salir. Ambos habían sido conformados por el comandante Shadis con ayuda del capitán Smith.
Erwin Smith y Keith Shadis eran las únicas personas que sí o sí tendrían que estar presentes, mientras que los otros veinte soldados habían sido elegidos de acuerdo a lo que el resto de capitanes habían dicho, soldados aptos para aquella misión, soldados que de una manera u otra llegarían vivos.
Tenían que hacerlo, de acuerdo al plan de Erwin, tenía que ser así. No había mejor forma de demostrar que su estrategia servía, incluso si para ello debía buscar alterar el reporte de la expedición. Si nadie moría, fácilmente el mérito se lo podría llevar su increíble idea de usar bengalas.
Sin embargo, había algo que incluso ideado antes, no dejaba de generar dudas en su comandante. La idea de incluir a alguien recién salido de la escuela no era precisamente de su agrado, si él moría, sencillamente todo podría quedar arruinado, ¿es qué Erwin había dejado que eso pasara por alto? La razón de su preocupación por otro lado, se encontraba en su habitación leyendo la carta recién llegado de la capital, la había recibido ese mismo día en respuesta a la que él había dejado para Zelik semanas atrás.
No recuerdo haber escuchado algo que afectará a la legión desde mi llegada, ¿estás seguro de que prefieres permanecer ahí? Si tienes sospechas es porque existe la posibilidad de que realmente ocurra algo en contra de ustedes, deberías aceptar la idea de vivir conmigo y adoptar un par de niños iguales a ti, te aseguro que sería decenas de veces mejor que permanecer lejos de mi.
El sonido de los pasos en el pasillo lo ayudaron a volver a lo que estaba en un inicio, dejando la carta a un lado para terminar de alistarse, sus compañeros tenían el día libre, sin embargo por órdenes del comandante nadie podía alejarse del cuartel. Comenzó a abrochar los arneses, manteniéndose con completa atención sobre el cómo lo hacía, no era la primera vez que los usaba, sin embargo no dejaba de ser complicado y temía que al distraerse pudiera llegar a tardar más de lo que ya solía.
Se coloco las botas y salió corriendo de la habitación en dirección a los establos.
── Llegas tarde ─ Dan levantó la vista, observando la sonrisa que se asomaba de entre los labios de Hange. ¿Cómo no estaría sonriendo si después de varios meses, volvería a encontrarse cara a cara con un titán?
── Aún no es hora de partir, habría sido un desgaste extra el llegar antes cuando solo tengo que alistar a Dan caballo ─ señaló al caballo café y comenzó a cepillarlo sin perder la atención de Hange, que se dedicaba a ver con una mueca de alegría a Dan.