El carro seguía aparcado y se había generado un silencio en el carro, esperaba que arrancara para que al menos el ruido del motor llenara el ambiente, su mano bajo a la palanca y acaricio mi pierna, al percatarse de esto me observo como si se estuviera asegurando de que estaba bien el cinturón de seguridad, pero también había deseo en sus ojos, mi cuerpo seguía pegado al asiento, no me había movido ni un centímetro, mi cuerpo poco a poco se relajó y la mirada de Deamon se desvió hacia enfrente.
Deamon avanzaba a una velocidad moderada, y sus brazos se aferraban al volante, conteniéndose de algo, o posiblemente de él.
—¿Puedes dejarme a unas calles de mi casa? —sus ojos mostraron confusión y molestia.
—¿Crees que te voy a dejar a unas calles?, si no te deje irte sola fue porque quería que llegaras bien, te dejare justo en la entrada y no me iré hasta saber que estas dentro— ¡que mandón estaba siendo!, sería una lucha que esta vez planeaba ganar, si alguien me veía con el empezarían a hacer preguntas y saltar del carro en movimiento no era una idea atractiva.
—Por favor, no hace falta que entres, solo déjame cerca y puedes irte —empezó a reírse, no entendía que le había hecho tanta gracia y como pasaba de un estado de animo a otro, su bipolaridad me irritaba.
—¿Te da pena que te vean conmigo? —¡oh vamos!, a nadie le daría pena estar con él, y claramente lo sabía—, me portare bien, no tocare, no morderé ni hare nada indecente, o podría hacerlo si tu así lo quieres —ahora era yo la que me reía, tal vez yo también era una bipolar.
—¡No gracias no quiero! —sus ojos proyectaban lujuria y picardía.
—Yo sé que quieres puedo verlo al mirarte —¿de qué está hablando este loco, acaso estaba lanzándome a sus brazos?, definitivamente no —tus manos están sudando, lo sé por qué has estado pasando tu mano por el pantalón varias veces, aprietas los muslos, muerdes tu labio y te has sonrojado.
—Bueno genio, esos no son signos de que alguien te desea o quiere que la tocas, la muerdas, o le hagas lo que tu desees —el ambiente se estaba relajando, y esta dinámica me divertía.
—Lo último no lo he dicho yo, pero me parece una buena propuesta de tu parte —¿propuesta?, en este momento seria lo último que podría proponerle.
Habíamos entrado a las calles que conducían a mi casa, necesitaba pensar en otra cosa para que si me dejaba en la entrada pudiera irse lo más rápido posible, no me daba pena que lo pudieran ver, pero no quería que Mario lo pudiera ver, ni siquiera sabía si había pasado algo en casa.
Cuando estuvimos en la puerta principal de mi casa estaban los guardias de seguridad, les haría señas para que no dejaran pasar el carro y yo poderme bajar. Había pasado por alto una situación, Deamon ha estado aquí en varias ocasiones y al parecer se había vuelto amigo de los guardias, cuando nos vieron abrieron el portón y se acercó uno al coche.
—Señor Black, señorita Katherine buen día —¿qué carajos había hecho Deamon para que los guardias lo dejaran pasar?, seguramente había utilizado dinero, y yo tenía que informar que ya no lo dejaran pasar.
—Ya vez, estaba seguro que te dejaría en la puerta de tu casa.
Abrió la puerta y hecho el seguro nuevamente, camino por enfrente del carro y en su rostro había una gran sonrisa, la situación le parecía divertida, abrió mi puerta y se acercó a mi rostro, su mano buscaba desactivar el cinturón de seguridad, al tenerlo tan cerca podía respirar su aliento a menta y su piel emanaba un aroma a loción.
—Listo, ya puedo dejarte ir —me ofreció su mano para poderme bajar, tome mi mochila y camine hacia la puerta, esperaba que al girarme se estuviera subiendo al carro sin embargo estaba detrás de mí— creí que te despedirías de mí.
ESTÁS LEYENDO
No Más Juegos
RomanceA través del tiempo me he dado cuenta que los errores que repetidamente cometemos pueden delimitar nuestro pasado, y cuando intentas escapar de él te llevas un fragmento al presente, pero no imagine que lo que tendría en este nuevo comienzo sería De...