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—Por favor, solo un rato. Ya después dejaré que te vayas. —Heeseung rió mientras Jaeyun se abrazaba a su cintura, negándose a dejarlo marchar. — Anoche llegaste muy tarde y ahora quieres huir.

—Tengo que trabajar, Jake. Y tú también. — Le recordó acariciando su cabello, mirando la esbelta figura de su esposo ahí arrodillada en la cama. Jaeyun alzó la cabeza con un mohín a modo de berrinche, chasqueando la lengua y liberándolo del abrazo.

—Eres el maldito jefe, Heeseung. Podrías llegar tarde si quisieras. — Dijo ahora molesto, refunfuñando mientras se ponía de pie y se quitaba la ropa interior con intenciones de meterse al baño.

—Es que le prometí a Sunoo desayunar con él hoy, dijo que había algo que quería decirme.

—Siempre tiene que ser él. — Rodó los ojos Jaeyun, Heeseung suspiró y lo siguió al baño, entrando con él mientras lo veía meterse al cubículo de la ducha. — Pues ve a desayunar con él, no lo vayas a dejar esperando.

—No te enojes. — Le pidió como siempre, asomándose por la ducha y estirando sus labios hacia él, esperando que Jaeyun se acercara y lo besara, pero no lo hacía. — Amor, por favor. Siempre hablamos del mismo tema; Sunoo solo es un amigo. ¿Con quién me he casado hace más de un año, eh? — Jaeyun lo miró como quien no quiere la cosa, aunque el alto identificó esa sonrisa divertida que quería esconderle.

—Conmigo.

—Contigo, exacto. Y no lo hubiese hecho si no estuviera enamorado de ti, ahora dame un beso de despedida. — Exigió estirando nuevamente sus labios, Jaeyun ahora sonreía y se acercó a él completamente mojado, pero evitó abrazarlo al besarlo en los labios o sabía que su esposo se enojaría. — Ten un buen día.

—Igual tú, Seunggie. iTe amo!

Heeseung ahora podía salir tranquilo de casa.

Condujo hasta la cafetería que Sunoo y él habían bautizado como propia. Ambos encontraban ahí el mejor capuccino de vainilla y los mejores muffins de arándanos que hayan probado en la vida.

Estacionó en un sitio disponible y se bajó alisando con las manos la chaquetilla de su traje, caminando hacia el interior de la cafetería y mirando hacia la mesa de siempre, donde por supuesto se encontró a Sunoo sumergido en su teléfono con un mohín en el rostro.

—Tu cara me dice que no tienes buenas noticias. — Dijo llamando la atención del chico de cabellos rubios, quien hizo un mohín apoyando la cabeza sobre la palma de su mano. — ¿Tan mal?

—Lo han rechazado. — Suspiró abatido. — Dijeron que las proporciones no estaban bien o alguna cosa como esa.

Sunoo era arquitecto. Esas finas manos suyas creaban las maquetas más impresionantes que Heeseung haya podido ver alguna vez, sin embargo, pareciera que él no sabía nada de construcciones en lo absoluto, pues Sunoo  había tenido mala suerte presentando propuestas a diferentes empresas constructoras que lo rechazaban alegando una que otra cosa que los mantenía inconformes.

—Te conseguiré más. — Dice el alto intentando consolarlo, mirando los capuccinos y mumns sobre la mesa con una sonrisa; Sunoo sabía que siempre pedía exactamente lo mismo.— Deberías...

—Ni lo sueñes.

—Pero...

—Dije que no. — Intentó hablar de nuevo, pero Sunoo lo frenó llevando su dedo índice hacia el frente. — No usaré tu nombre porque eso significaría que me aceptarían de inmediato. Tu apellido tiene poder en la industria y no quiero ser la comidilla de las viejas chismosas. Si ingreso será por mis méritos.

𝗰𝗮𝗰𝘁𝘂𝘀 𝗻𝗱' 𝗯𝗮𝗹𝗹𝗼𝗻𝘀 ▪︎ 𝙝𝙚𝙚𝙨𝙪𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora