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Jaeyun ya cumplía cuatro meses para entonces. Su carácter seguía siendo del demonio, y aunque Heeseung rescataba aquellos momentos en donde volvían a ser la pareja de siempre, no podía negar que eran muchas más las veces en las que se encontraban discutiendo que estando en paz.

Heeseung había llegado a la conclusión de que era su presencia la que molestaba al más bajo, pues últimamente pareciera que todo lo que hacía molestaba a su esposo. Se quejaba de no entender su ritmo pausado ahora siendo gestante cuando Heeseung lo esperaba con un panorama luego del trabajo, si el fin de semana planeaba ver una película o pasar el tiempo en la piscina, Jaeyuk se estresaba al estar demasiado tiempo encerrado. Lo acusaba de ser sobreprotector cuando veía el auto fuera de su empresa, y se quejaba de no tomarle la suficiente atención cuando al alto le tocaba quedarse hasta tarde en la oficina.

Heeseung estaba perdiendo la paciencia.
Jaeyun había decidido quedarse sin asistente, simplemente porque se había hartado de hacer entrevistas sabiendo que en cada postulante buscaba o esperaba ver a Sunghoon. Había contratado a una chica joven que había acabado sus estudios hace poco como una simple secretaria, pero desde ese momento era él quien organizaba sus horarios y ya no contaba con alguien a quien acudir fuera del horario de trabajo.

—¿Puedes decirme al menos qué carajos es lo que quieres hacer? —Jaeyun salió de su estado de ensoñación cuando escuchó la fastidiada voz de su esposo hablándole.

Detestaba que le hablara en ese tono.

—¿Disculpa?

—iQue te decidas! Ya estoy harto de tener que jugar al adivino pensando en algo para hacer contigo, estoy harto de tener que cuidar mis palabras para ver qué puede o no molestarte. iEs un suplicio!

—iPues si tanto te molesta tratar conmigo; no me hables! ilgnórame! Nadie está pidiendo tu jodida atención. — Jaeyun sintió una punzada de culpa al ver el rostro dolido de Heeseung. Sabía que había estado siendo irracional con él, pero en su mente solo estaban las ganas de ver a Sunghoon, solo deseaba hablar con él y que las cosas volvieran a cómo eran antes, en un comienzo cuando solo eran jefe y empleado y no se habían metido en un lío de tal envergadura.

Jaeyun estaba por disculparse cuando ve a su esposo tomar su chaqueta y las llaves de su vehículo, entonces se pone del pie del sofá, notando que la noche ya había caído y era peligroso que el más alto saliera en ese estado de furia.

—¿Dónde vas?

Heeseung lo miró con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.

—Donde Sunoo, quizás él si quiera un poco de mi atención. — Heeseung sabía que era infantil decir aquello sabiendo los celos que Jaeyun tenía con su mejor amigo, pero cuando estaba furioso no pensaba en nada racional.

—iVete a la mierda, Lee Heeseung! — Escuchó gritar a Jaeyun apenas cerró la puerta, y lo ignoró decidiendo a último momento que tomaría su moto esa noche.

Quizás sentir el viento golpear en su cuerpo le ayudaría a tranquilizarse.

Jaeyun al ver a su esposo marcharse explotó en un llanto desconsolado. Odiaba a las estúpidas hormonas que atacaban su sistema y la forma en cómo le hacían cambiar de una emoción a otra en cosa de segundos. Volvió a tumbarse en el sofá en posición fetal, con las lágrimas bañando sus mejillas y pensando en lo desastrosa que estaba siendo su vida.

Siempre pensó que la llegada de un hijo sería para mejor, pero jamás imaginó que las circunstancias serían tan distintas como las que estaba viviendo en ese momento. Estaba por pararse para irse a la cama cuando su teléfono sonó con una llamada entrante, su corazón se paralizó al ver el nombre de Sunghoon en la pantalla, y sin dudarlo dos veces respondió a su llamada con una voz quizás demasiado entusiasta.

𝗰𝗮𝗰𝘁𝘂𝘀 𝗻𝗱' 𝗯𝗮𝗹𝗹𝗼𝗻𝘀 ▪︎ 𝙝𝙚𝙚𝙨𝙪𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora