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El trabajo de ambos muchas veces impedía que se vieran con la frecuencia que les gustaría, pero lo habían conversado y acordaron dejar un par de días a la semana para ellos, al menos por la noche. Esos días eran de viernes a domingo, donde ambos tenían prohibido contestar llamadas relacionadas con el trabajo o hablar de lo mismo, en esos momentos solo hablarían de ellos, disfrutarían de su tiempo como una pareja casada y harían planes como toda pareja enamorada.

De eso ya eran casi cinco meses. Para Heeseung no había sido mucha diferencia pasar de estar de novio a casado, pues ya había estado viviendo con Jaeyun bajo el mismo techo antes de casarse. Lo que sí había cambiado era su perspectiva de la relación. Se sentía con más responsabilidad respecto a sacar adelante su matrimonio y no dejar que sucumbiera ante la rutina de dos personas adultas, trabajólicas y ocupadas gran parte del día. Sabía cómo era Jaeyun, un chiquillo caprichoso y consentido que quería atención durante todo el día, y sabía que, si no lo consentía como se merecía, se aburriría y podía incluso dejarlo.

Heeseung se estremecía de solo pensar en ello.

Era viernes por la noche cuando llegó a casa. Estaban todas las luces apagadas y aquello le extrañó al recordar el mensaje de texto de su pareja que indicaba que estaría desocupado temprano, pero luego sonrió cuando al entrar ve en el comedor una mesa decorada para dos personas, una velada romántica perfecta.

Heeseung se acerca hasta donde Jaeyun que lo esperaba con esa sonrisa que adoraba, entre tímida y reconfortante.

—¿Y esta sorpresa? — Pregunta mientras amolda sus brazos a su cintura, acercándolo a su cuerpo y dejando un pequeño beso sobre sus labios que Jaeyun recibió gustoso.

—¿No puedo acaso sorprender a mi esposo, eh? Es el comienzo de nuestro fin de semana, pensé que sería bueno variar y cenar en casa. ¿Te gusta?

—¿Lo has hecho tú? — Preguntó sabiendo que, a pesar de que Jaeyun detestaba la cocina, era bastante bueno en ello. El aroma de los platos ya servidos abrió su apetito de forma automática. — Huele increíblemente bien, tengo mucha hambre.

—Entonces tome asiento, señor Lee. La cena está servida. — Jaeyun se empina para dejar un nuevo beso en sus labios y luego le ayuda a quitarse el saco de su traje de oficina para colgarlo tras la silla, sentándose ambos en los puestos dispuestos sobre la mesa.

Se sumergieron en una conversación trivial, preguntando por cómo había estado el día en el trabajo a pesar de que era una regla no hablar de ello, pero era imposible teniendo en cuenta que era en sus trabajos donde pasaban la mayor parte del tiempo.

Heeseung se dedicó a hacer comentarios que sonrojaban y hacían reír a Jaeyun, quien optó por lanzarle una servilleta mandando al demonio sus modales sobre la mesa. Sabía que no tenía que comportarse como alguien de etiqueta estando con su esposo, ambos se conocían y amaban de esa forma, tal como eran y sin apariencias de por medio.

—Seung, ¿Crees que sería tiempo de proyectarnos? — Preguntó Jaeyun, jugando con la copa de vino que tenía en su mano derecha.

—¿A qué te refieres?

—A que ya llevamos tiempo casados, sé que es pronto, pero también sé cuánto nos queremos y cuán sólida es nuestra relación...

—¿Y...? — Insistió Heeseung, como siempre sin captar lo que el menor quería decirle.

—Hablo de que quizás es momento de agrandar la familia, ¿Qué dices? — Heeseung abrió los ojos en sorpresa y asintió entusiasmado.

—Estaba pensando lo mismo, ¿Un Golden Retriever estaría bien? Son grandes, pero tenemos el espacio suficiente...

𝗰𝗮𝗰𝘁𝘂𝘀 𝗻𝗱' 𝗯𝗮𝗹𝗹𝗼𝗻𝘀 ▪︎ 𝙝𝙚𝙚𝙨𝙪𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora