Despedida

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Había pasado más de un mes desde que Kazemaru tomó un avión que lo llevó a tierras canadienses, pero hasta la fecha este no había regresado ni dado señales de vida, como si hubiera desaparecido del universo, sin dejar rastro.

En ese tiempo, Endou canceló los planes de la boda porque sin el peliazul a su lado, tenía muy poco sentido seguir organizando la ceremonia cuando uno de los novios no estaba presente ni se sabía de su paradero.

La reunión que habían llevado a cabo con los demás miembros del grupo no fue en lo absoluto productiva, nadie tenía ni la menor idea de qué hacer en una situación como esta, porque denunciar la desaparición de Kazemaru era lo más lógico, sin embargo todos estaban en contra meter a la policía en el asunto, puesto que seguramente el caso se filtraría con los medios, además de que toda la investigación tendría que hacerse en Canadá y eso requería tiempo, el cual no tenían por estar dedicándose casi al 100% al cuidado de sus hijos.

Endou enviaba mensajes todos los días a Kazemaru por WhatsApp, los cuales no eran leídos, ni siquiera le llegaban pero de todas formas lo hacía, para recordarle lo mucho que lo amaba y hacerle saber que esperaría por su regreso.

Se prometió a sí mismo no volver a dejar que el dolor y la tristeza lo dominaran, esmerándose por mantener una sonrisa a pesar de que por dentro se estuviese muriendo de la preocupación, sufriendo por la soledad y la angustia de no saber donde estaba la persona que más amaba.

Sin poder evitarlo, cayó en una rutina diaria, la que consistía en tratar de contactarlo, buscar indicios de que lo que pudo haber ocurrido para que de la noche a la mañana, el ojiavellana se desconectara totalmente, sin avisar ni despedirse. Porque si había huido decidiendo alejarse para siempre de él, lo mínimo que esperaba era un adiós de su parte, pero como este no había llegado, el castaño siguió firme en la idea de que algo estaba reteniendo a Kazemaru, en donde sea que este.

Algunas tardes las pasó visitando a sus "sobrinos", olvidándose del mundo al verlos felices, creciendo cada día más y siendo la más grande alegría de sus amigos, quienes se veían radiantes por la vida que llevaban ahora.

De cierto modo, él envidaba la calma y suerte que ellos tenían, porque desde que comenzaron sus relaciones no tuvieron problemas tan graves como los que él y Kazemaru habían tenido que afrontar, comenzando por la complicadísima situación con los padres del peliazul, el accidente de tráfico, la recuperación, Miyasaka interfiriendo en cada oportunidad y ahora la desaparición repentina de Ichirouta.

Sus amigos trataban de hacerlo mantener la esperanza, aunque en el fondo ellos también creyeran que algo malo había sucedido, pero si mostraban su lado más abatido temían que el castaño volviese a caer en una depresión como la de hace algunos años.

- ¿Cómo podemos tener tan mala suerte, Ichirouta? - Preguntaba Endou, estando en la torre de metal mirando el atardecer, conversando con el recuerdo de su amado - ¿Será que el destino no quiere que estemos juntos? ¿Dónde estás?

Las posibilidades de encontrarlo en Canadá eran casi nulas, principalmente porque él no hablaba el idioma de aquel país, además de que su única referencia era que la familia de su novio residía en Ottawa, pero eso no ayudaba en nada, porque no conocía la ubicación de la casa de Haruki ni la de su suegro.

- ¿Estás esperando a que vaya a buscarte? - Se preguntaba con los ojos llorosos, apoyando su balón en la barandilla - ¿Por qué no te despediste si quiera? ¡No es justo Ichirouta! ¡No puedes desaparecer así!

El dolor a veces lo cegaba, pero de inmediato se reponía y regresaba a ser la persona firme que necesitaba ser, no podía darse el lujo de dudar del amor que se tenían, porque de otra forma, solo encontraría dolor y desesperación.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora