Accidente

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Fubuki encendió el auto apenas la llamada telefónica con Hiroto terminó, conduciendo lo más rápido que los límites de velocidad de la ciudad le permitían, la poca información que tenían no era suficiente para saber si lo que les esperaba al llegar al hospital era una buena o mala noticia, quizá porque Midorikawa se desesperó y no le dio tiempo a su esposo de explicar más.

Muy probablemente por primera vez en su vida estaban rompiendo las leyes de tránsito al pasarse algunos semáforos rojos, pero la incertidumbre los comenzaba a carcomer por dentro, al punto de casi chocar contra un poste en una curva cerrada, pero evitando la tragedia por muy pocos metros.

- ¡FUBUKI! - Exclamó el peliverde aferrándose a su cinturón de seguridad - Te recuerdo que tenemos que llegar vivos, conduce más despacio por favor...

- P-perdón, tienes razón - Admitió el albino suspirando, llevándose las manos al rostro para darse unos suaves golpes.

El momento de adrenalina pasó y fue olvidado casi de inmediato, ninguno tenía cabeza para concentrarse en los pequeños lapsos de imprudencia, lo único que querían era llegar a la clínica cuanto antes y ver con sus propios ojos que su amigo estuviese bien, después de todo se habían ausentado por completo en un día tan importante y crucial.

Apenas llegaron al centro de salud, se estacionaron y apresuraron a dirigirse a la sala de espera, donde se suponía que estaban sus esposos y amigos, sorprendiéndose al no encontrarlos ahí, de modo que recurrieron al mostrador para consultar a las enfermeras de turno sobre el resultado de la operación y el paradero del peliazul.

- No pensé que llegarían tan rápido - Llamó el castaño de ojos verdes a espaldas de los chicos antes de que estos pudieran conversar con la señorita del mostrador.

- ¡Fudou! - Exclamó el albino - ¡¿Cómo salió todo?!

- Señor, por favor baje la voz, esto es un hospital - Sermoneó la enfermera.

- Fubuki, no seas desesperado, vengan conmigo - Dijo alejándose esperando a que lo siguieran, comprobando de reojo que ese fuera el caso, llevándolos en silencio hasta el séptimo piso - ¿Reconocen la habitación?

- C-claro... Es donde estuvo hospitalizado cuando cayó en coma... - Respondió el peliverde en automático - No me digas que...

- No, claro que no - Negó con una leve sonrisa - La operación fue un éxito, por ahora sigue sedado pero los doctores dijeron que despertará pronto - Informó abrazando a sus dos amigos al mismo tiempo - Todos están dentro haciéndole compañía, esperando a que despierte... Pero antes de que entren, necesito saber ¿A dónde fueron? - Preguntó soltándolos - Y no se atrevan a mentirme porque los conozco perfectamente, ambos tienen cara de haber hecho algo.

- Estás usando a Kazemaru como chantaje para sacarnos información - Musitó el amante de los proverbios cruzándose de brazos con un tono de voz algo burlón - Pero sacándote de tus dudas... - Midorikawa comenzó a explicar la situación por la que acababan de pasar hace muy pocas horas, iniciando por el contrato con el detective y finalizando con la pelea en el departamento del rubio periodista - En resumen, fue eso... Apenas arrestaron a Miyasaka, recibí la llamada de Kiyama y vinimos lo más rápido que pudimos.

- Déjame ver si entendí... - Dijo Fudou tratando de procesar la información - ¡¿TE ATREVISTA A PEGARLE A MIYASAKA Y NO ME INVITASTE?! - Exclamó tomando por el cuello al albino - ¡Fubuki! ¡Yo también quiero partirle la cara!

- ¡Fudou! ¡No lo alientes! Además, eso fue un momento de ira ¿Cierto Fubuki? - Viendo como el mencionado asentía - Ahora que te contamos todo ¿Podemos ya ver a Kazemaru?

- Sí... Pero que conste, esto tendremos que conversarlo con los demás, no puede ser que nos ocultaran algo tan importante, se supone que somos amigos ¿No confían en nosotros? - Preguntó colocándose delante de la puerta.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora