Sinceridad

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Fubuki no podía creer lo que escuchaba, aunque quizá era más un "no querer", por lo que cruzado de brazos trataba de procesar la información, limitándose a cruzar miradas ocasionalmente con Endou.

Desde hace un par de años, él sabía que la Asociación de Fútbol Juvenil controlaba el deporte mediante su famosa división llamada "Sector Quinto", sin embargo nadie parecía oponerse a esto, ni siquiera los más altos mandos del Ministerio encargado del deporte.

Decir que Fubuki y los demás estaban asqueados con las nuevas normas era poco, pues a ellos realmente les molestaba como se estaban dando las cosas, pero había era muy limitado lo que hacer desde su posición, quizá si se hubieran dedicado al mundo deportivo aún después de terminar sus carreras profesionales sería diferente.

La labor más difícil que les tocó enfrentar fue el mantener a sus hijos motivados, dado que al tener resultados previamente establecidos, la emoción por jugar un partido desaparecía casi de inmediato, lo que en algún momento afectó a los menores, siendo Kirino y Shindou los primeros en encontrarse con la dura realidad.

A sus 13 años, la frustración que sentían por tener que perder un partido de manera forzada era agobiante. Ellos eran mejores, lo sabían, lo tenían claro, entonces... ¿Por qué obligarse a perder? Tanto Shindou como Kirino, eran excelentes jugadores, con técnicas efectivas y habilidades deportivas sobresalientes, pero el dejar que otros los superaran solo para mantener una reputación escolar era doloroso, eso no se acercaba ni un poco al fútbol que sus padres les habían enseñado.

Muchas cosas malas habían pasado desde que el Sector Quinto impuso sus nombras sobre el soccer juvenil, razón por la cual a Fubuki le costaba creer que Goenji fuera el responsable de todo eso, era ilógico, no podía siquiera imaginárselo - Tienes que estar bromeando, él nunca haría algo como eso - Dijo cruzándose de brazos.

- Fubuki, yo sé que es difícil de creer... A mí también me cuesta, pero es la verdad...

- ¡Imposible! - Exclamó - El fútbol siempre fue muy importante para él... ¡Él no querría controlarlo!

- ... - El castaño solo suspiró y buscó en el bolsillo de su chaqueta una fotografía, entregándosela a su contrario - Esta persona es Ishido Shuuji... Tú lo conociste mejor que nadie, estoy seguro que lo reconoces.

El albino no tuvo que analizar mucho la imagen para darse cuenta de que la persona en la imagen era quien alguna vez fue su esposo. Aunque ahora estaba sumamente cambiado, llevaba el cabello suelto, tenía las puntas teñidas de color celeste, vestía una camisa rosa muy pálida con un traje rojo encendido, bufanda y botas negras, aretes dobles en la oreja derecha y joyería de piedras en el cuello, contradiciendo por completo el sentido de la moda que alguna vez tuvo - ¿Qué te ha pasado...? - Se preguntó mentalmente, conteniendo las ganas de llorar al verlo tan cambiado, y no fue hasta que se concentró en su mirada que supo que algo no estaba bien - ... - La pasión de Goenji no estaba en sus orbes negros, parecía un cuerpo sin alma y su expresión derrochaba frialdad - ¿Dónde está?

- Supongo que en la sede del sector.

- ¿Crees que pueda ir a verlo?

- No - Dijo rápidamente - El entrenador Kudou ya me dio las indicaciones que debemos seguir, si vas... Pondrías en riesgo los planes - Agregó suspirando, queriendo decir algo más pero escuchando la puerta de la casa abrirse, recordando no haber visto a su esposo desde que llegó - ¿Ichirouta salió?

- Oh sí, lo había olvidado... Fue a comprar cosas para Sasuke - Respondió con normalidad, dándose cuenta a los pocos segundos que el castaño no lo había entendido - Matsukaze trajo un perro cuando regresó de la escuela, ahora son cinco en esta familia.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora